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La importancia de la genética en apicultura

Desde la cantidad y calidad de miel que producen, hasta la resistencia a enfermedades y comportamiento higiénico, la genética cumple un rol central  

​Carlos Waiman, productor apícola y criador de reinas


Miguel Viñuales (ZonaCampo)​

Para la mayoría de las personas, la abeja suele ser un insecto especial, que nos inspira cierta ternura al dar la miel y muchos otros productos saludables, e incluso asombro, cuando se conoce algo de su organización social. Yendo un poco más allá, podemos pensar en que cumple un rol importante en la polinización, pero para un apicultor como Carlos Waiman, eso es solamente el comienzo.


Con más de tres décadas de trabajo, la abeja sigue siendo para Waiman un mundo siempre en espera de ser descubierto, y la producción apícola encierra permanentemente el desafío de crecer en eficiencia a través de procesos y ensayos, entre los cuales destaca la continua mejora genética a través del recambio de reinas, y la utilización de reinas fecundadas.


"La genética es importantísima en apicultura, y mejorar no es algo que se logra de un año para otro, lleva mucho tiempo, sobre todo cuando hacemos todo a campo, sin el equipamiento que tienen los laboratorios, pero vamos seleccionando continuamente desde la celda las mejores reinas para la siguiente campaña, y trabajamos directamente con reina fecundada", afirma el productor oriundo de Colonia Hinojo.


Según Waiman, dentro de la apicultura hay muchas formas de trabajar, y es un grupo reducido el que elige hacerlo de esta manera, ya que los costos son más altos en inversión de dinero y tiempo, sobre todo cuando la selección va haciéndose con criterios más finos, pero los resultados también saltan a la vista.


"Cuando empezamos a hacerlo, hace ya bastante tiempo, algunos nos miraban como si fuera algo raro, porque la genética que hacemos nosotros no es la habitual, la hacemos a campo a fuerza de pruebas y más pruebas, más allá de que a veces compramos en laboratorios o cabañas. Pero a los cinco años la diferencia ya era muy grande, en todo sentido", agrega el apicultor.


Múltiples beneficios


Al igual que sucede con otras especies vivas más "visibles" animales o vegetales, la genética influye notablemente en muchos aspectos de la producción apícola. Una colmena con buena genética es más sana e higiénica, más productiva, más resistente a cuestiones climáticas y enjambrazón, tiene mayor capacidad de aovado, obreras de mayor tamaño y es más dócil para coexistir, tanto desde el punto de vista del productor como de las personas o animales que están cerca del colmenar.


"Los resultados de los ensayos los verificamos a los dos años, más o menos, en ese momento nos damos cuenta si lo que hicimos antes estuvo bien. Nosotros llevamos un registro completo de cada cosa que vamos haciendo, anotamos todo y después lo analizamos. Estamos permanentemente buscando madres, donde escuchamos que hay algo que anda bien, vamos y lo probamos", remarca Carlos Waiman.


"El año pasado fuimos a Mendoza, a hacer una pasantía en una cabaña muy importante sobre cría de reinas y trajimos sangre de allá, comprada obviamente, y la estamos cruzando con lo que tenemos acá. Entonces vamos haciendo un seguimiento, año tras año, de todo lo que se hace en cada una de las colmenas", agrega.


Uno de los aspectos más importantes de la buena genética en la reinas es el denominado coloquialmente "gen de la limpieza", que determina el comportamiento higiénico de toda la colmena. Carlos Waiman le da una importancia tal, que es el factor determinante para la selección o descarte de una futura madre, más allá de sus demás aptitudes 



Además de lograr mayores volúmenes de miel de alta calidad, Waiman destaca las cuestiones sanitarias, porque las abejas son naturalmente más resistentes a enfermedades. Entre ellas, enfatiza el hecho de haber dejado de usar antibióticos en sus colmenas, lo cual no solo reduce los costos directos sino que además permite la producción de miel de mejor calidad, sin trazas indeseables que pueden llegar a incidir negativamente en el precio en años donde hay sobreproducción y los compradores se vuelven muy exigentes.


"Otra cosa muy importante que hemos mejorado es el comportamiento higiénico dentro de la colmena. Las abejas tienen algo así como un "gen de la limpieza", lo cual hace que sean muy prolijas cuando producen, y eso contribuye a la calidad de la miel, entonces vamos seleccionando madres que tengan esa cualidad. Es tan importante, que aunque una reina tenga todos los otros puntos a favor, si no tiene esa genética no la seleccionamos", enfatiza.


Según el productor, la selección genética también permite elegir el grado de mansedumbre justo, ya que si la abeja no es mansa no resulta fácil trabajar con ella, y la convivencia de otras personas o animales se complica por la agresividad; y a la vez, si es demasiado mansa, no es tan productiva o se corre el riesgo de que la colmena sea colonizada por otra reina que mate a la anterior, perdiéndose así todo el trabajo previo.


Proceso gradual

Carli Waiman, como todos lo conocen, lleva 30 años con la apicultura, y desde los mismos inicios intentó llevar la productividad de sus colmenas al máximo posible. Ante la dificultad de conseguir reinas, una década después montó un criadero propio, y hoy hace 15 años que trabaja con una cada vez más estricta selección de reinas.


Waiman lleva a cabo sus ensayos conjuntamente con un reducido grupo de productores apícolas integrado Edgardo Otamendi, Juan Emilio Fabbro y Marcelo Hoffer, quienes a lo largo del tiempo han visto crecer, como él, sus esquemas productivos gracias a la especialización.


Estos apicultores centran su trabajo en contar permanentemente con reinas jóvenes seleccionadas, para evitar enjambrazón o disminución de postura en momentos cruciales, además de aumentar el número de colonias en producción y favorecer todo lo posible el rápido desarrollo de la multiplicación (núcleo, paquete de abeja, división de colmena, etc.) Habitualmente realizan de manera conjunta se encuentran todas las pruebas recomendadas en capacitaciones, controles, tests, intercambio de madres entre sí y con otros criadores y, por supuesto, el registro y monitoreo permanente de lo que van haciendo para detectar cualquier detalle que pueda potenciar el resultado final.


"Esto es una forma de trabajar que elegimos, y lógicamente representa mayor esfuerzo. Se parece al tambo, generalmente trabajás de lunes a lunes, siempre tenés que estar encima, pero los resultados saltan a la vista en poco tiempo. En la apicultura se da un fenómeno de que no hay mucho recambio de productores, siempre estamos esperando un año bueno, y parece que nunca llega, entonces no solo se bajan productores habituales, sino que no se suman nuevas generaciones. Por eso, a los más jóvenes, o a los que quieren empezar a trabajar de manera más eficiente, siempre les digo que se acerquen, que se sumen a ayudar a apicultores más experimentados, no importa quién sea, porque así van a ganar mucho tiempo", concluye.



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Con más de tres décadas de trabajo, la abeja sigue siendo para Waiman un mundo siempre en espera de ser descubierto, y la producción apícola encierra permanentemente el desafío de crecer en eficiencia a través de procesos y ensayos, entre los cuales destaca la continua mejora genética a través del recambio de reinas, y la utilización de reinas fecundadas.


"La genética es importantísima en apicultura, y mejorar no es algo que se logra de un año para otro, lleva mucho tiempo, sobre todo cuando hacemos todo a campo, sin el equipamiento que tienen los laboratorios, pero vamos seleccionando continuamente desde la celda las mejores reinas para la siguiente campaña, y trabajamos directamente con reina fecundada", afirma el productor oriundo de Colonia Hinojo.


Según Waiman, dentro de la apicultura hay muchas formas de trabajar, y es un grupo reducido el que elige hacerlo de esta manera, ya que los costos son más altos en inversión de dinero y tiempo, sobre todo cuando la selección va haciéndose con criterios más finos, pero los resultados también saltan a la vista.


"Cuando empezamos a hacerlo, hace ya bastante tiempo, algunos nos miraban como si fuera algo raro, porque la genética que hacemos nosotros no es la habitual, la hacemos a campo a fuerza de pruebas y más pruebas, más allá de que a veces compramos en laboratorios o cabañas. Pero a los cinco años la diferencia ya era muy grande, en todo sentido", agrega el apicultor.


Múltiples beneficios


Al igual que sucede con otras especies vivas más "visibles" animales o vegetales, la genética influye notablemente en muchos aspectos de la producción apícola. Una colmena con buena genética es más sana e higiénica, más productiva, más resistente a cuestiones climáticas y enjambrazón, tiene mayor capacidad de aovado, obreras de mayor tamaño y es más dócil para coexistir, tanto desde el punto de vista del productor como de las personas o animales que están cerca del colmenar.


"Los resultados de los ensayos los verificamos a los dos años, más o menos, en ese momento nos damos cuenta si lo que hicimos antes estuvo bien. Nosotros llevamos un registro completo de cada cosa que vamos haciendo, anotamos todo y después lo analizamos. Estamos permanentemente buscando madres, donde escuchamos que hay algo que anda bien, vamos y lo probamos", remarca Carlos Waiman.


"El año pasado fuimos a Mendoza, a hacer una pasantía en una cabaña muy importante sobre cría de reinas y trajimos sangre de allá, comprada obviamente, y la estamos cruzando con lo que tenemos acá. Entonces vamos haciendo un seguimiento, año tras año, de todo lo que se hace en cada una de las colmenas", agrega.


Uno de los aspectos más importantes de la buena genética en la reinas es el denominado coloquialmente "gen de la limpieza", que determina el comportamiento higiénico de toda la colmena. Carlos Waiman le da una importancia tal, que es el factor determinante para la selección o descarte de una futura madre, más allá de sus demás aptitudes 



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"Otra cosa muy importante que hemos mejorado es el comportamiento higiénico dentro de la colmena. Las abejas tienen algo así como un "gen de la limpieza", lo cual hace que sean muy prolijas cuando producen, y eso contribuye a la calidad de la miel, entonces vamos seleccionando madres que tengan esa cualidad. Es tan importante, que aunque una reina tenga todos los otros puntos a favor, si no tiene esa genética no la seleccionamos", enfatiza.


Según el productor, la selección genética también permite elegir el grado de mansedumbre justo, ya que si la abeja no es mansa no resulta fácil trabajar con ella, y la convivencia de otras personas o animales se complica por la agresividad; y a la vez, si es demasiado mansa, no es tan productiva o se corre el riesgo de que la colmena sea colonizada por otra reina que mate a la anterior, perdiéndose así todo el trabajo previo.


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