El productor Fernando Luis, de cabaña La Elisa Limangus, realizó una prueba de RFI (consumo residual) con cuarenta toritos de pedigree a fin de detectar ejemplares con mayor eficiencia de conversión, con miras a la selección de sus futuros padres.

En tiempos como los actuales, donde la inflación ya no tiene el impacto que tuvo en años anteriores, la clave del éxito de las empresas ganaderas es la eficiencia productiva, tratando de maximizar la rentabilidad en base a un adecuado balance entre costos y producción.
En busca de encontrar este nivel óptimo para la selección de sus futuros padres y, a la vez seguir sumando herramientas que agreguen valor a su propuesta, el productor cabañero Fernando Luis realizó durante tres meses una prueba de consumo residual con comederos inteligentes en la Chacra Experimental Bellocq, del MDA de la provincia de Buenos Aires.
“En julio mandamos cuarenta toritos a la chacra, que tiene convenio con Limangus y el año pasado pusieron en funcionamiento ocho comederos inteligentes, para medir RFI. Las pruebas, entre acostumbramiento y mediciones, insumen entre 60 y 90 días, nuestros toritos entraron con 12 meses y salieron con 15 hace un par de semanas”, explicó el titular de cabaña La Elisa Limangus.
La sigla RFI significa Consumo Residual de Alimento (en inglés, Residual Feed Intake) y es una medida de eficiencia que compara la cantidad de alimento consumido por un animal con la cantidad esperada para su mantenimiento y crecimiento. Un RFI negativo indica que un animal es más eficiente porque consume menos de lo esperado para producir el mismo aumento de peso. Esta métrica permite seleccionar reproductores genéticamente más eficientes, lo que puede reducir costos de producción y mejorar la rentabilidad.
“Estas pruebas nos permiten detectar esos animales que a lo mejor producen más comiendo menos, en nuestro caso por ejemplo encontramos individuos que ganaron 20 kilos más que el promedio comiendo un kilo menos de alimento que lo esperado, es una diferencia muy importante que impacta de manera directa sobre la rentabilidad del productor comercial”, agregó.

Respecto de la decisión de realizar la prueba, el productor mencionó una variedad de factores. En primer lugar, es parte de la política de la cabaña, ya que todo el tiempo La Elisa apunta a optimizar índicadores y mediciones que ofrecer a sus clientes, partiendo de la selección de sus toros padres. Además, en Limangus se viene trabajando muy a fondo en el tema RFI, con varias cabañas que tienen sus propios comederos e incorporan a sus catálogos el valor de RFI tal y como lo hacen con las DEPs, circunferencia escrotal, etc.
“También queríamos ver si había diferencias entre las tres líneas de pedigree propias con que trabajamos en La Elisa, ese era el primer paso y encontramos que en las tres la situación era similar, con individuos con buenos RFI (negativos) y otros no tanto, que consumían más para los mismos resultados. Entonces, el segundo paso fue elegir estos individuos para nuestros futuros toros padres, con este dato adicional de una de una eficiencia de conversión mayor. Entonces, que además de que sean lindos, con buenos valores fenotípicos, tengan este otro valor intrínseco metido adentro, que es que producen más comiendo menos”, agregó.
Si bien las pruebas de RFI son fundamentalmente para productores que trabajan en la sintonía fina de la selección, el destinatario final de los resultados es indudablemente el gran abanico de productores comerciales de carne.
“Nosotros estamos usando esto para seleccionar a nuestros futuros padres, pero en definitiva lo que buscamos es ofrecer al productor comercial un animal más rentable en términos de conversión, lo cual está siendo valorado cada vez más, especialmente los que se dedican a engorde o ciclo completo. No tenemos datos confirmados sobre comparativas entre razas, pero aparentemente limangus sacaría algunas ventajas. Un ternero RFI negativo va a terminar siendo un novillo RFI negativo y ello es sinónimo de producción más rentable”, concluyó.





