Dejan la camioneta a 3 km y caminan en el barro: el drama de una familia para entrar a un campo en Las Flores

Jorge Condinanzo y su hija Milagros, vecinos de la zona rural de Las Flores, expusieron en un video la grave situación que atraviesan los productores por el estado de los caminos. Viven aislados, pagan impuestos sin recibir respuestas y sienten que el municipio los ignora

La familia Condinanzo —Jorge y sus tres hijos: Milagros, Macarena y Valentín— arrienda 100 hectáreas en la zona rural del partido bonaerense de Las Flores, en la zona del paraje Harosteguy. Como muchos productores, quedaron prácticamente aislados tras las lluvias, sin poder acceder a su campo por caminos completamente anegados e intransitables.

“Desde que empezó a llover, hará dos meses, el camino está tapado de agua. La motoniveladora de la municipalidad vino, se encajó y se fue. Desde entonces, no volvió nadie. Quedaron los pozos, el barro y el pantano. Las familias no pueden entrar a sus campos”, cuenta Milagros Condinanzo en diálogo con este medio.

El reclamo, que comenzó con descargos en redes sociales de los tres hermanos, se viralizó y fue visibilizado públicamente por Nahuel Cecchini, integrante del espacio La Libertad Avanza de Las Flores. Según expresó Milagros, “desde el primer día Nahuel tuvo muy buena predisposición para mostrar lo que sucedía en el lugar”.

Luego de que Cecchini se hiciera eco de la denuncia, se grabó un video en el mismo camino, con Jorge Condinanzo contando cómo enfrentan la situación: “Nosotros pagamos todo. La red vial, los impuestos. Si aumentan el 20, el 50 o el 200 por ciento, lo pagamos igual. ¿Y para qué? No se ve una mejora hace años», lamentó.

Ese testimonio fue respaldado por los datos que manejan muchos productores: en Las Flores existe un convenio entre la Sociedad Rural local y el municipio, mediante el cual se destina la recaudación de las guías de traslado —entre las más caras de la provincia— a obras públicas, especialmente rurales. Sin embargo, los productores denuncian que esa plata “no se ve en los caminos”.

El caso del camino al paraje Harosteguy es apenas un ejemplo. “Las cunetas están tapadas, los tubos rotos los tapan con tierra y les ponen una chapa arriba para que no se vea”, denuncian. Lo más grave, explican, es que los arreglos “provisorios” muchas veces empeoran el problema estructural.

La familia Condinanzo produce a pequeña escala: tiene ganado y siembra maíz. Hoy deben dejar la camioneta a más de tres kilómetros del campo y caminar entre barro y agua para alimentar a los animales. A la frustración se suma la polémica por las recientes declaraciones del secretario de Producción municipal, quien sugirió que “los productores deberían hacer una vaquita para arreglar los caminos”.

“No hacemos esto por política ni por enojo. Lo hacemos porque estamos cansados. Queremos poder trabajar, acceder a nuestro campo, vivir con dignidad”, cierra Milagros.