Las lluvias de julio complicaron la siembra en varias regiones, aunque fortalecen el escenario para una campaña triguera de altos rindes.

La campaña 2025/26 de trigo avanza con luces y sombras. A pesar de que las lluvias de julio interrumpieron las labores de siembra en zonas clave, los especialistas coinciden en que el aporte hídrico potencia las chances de un ciclo productivo positivo.
De acuerdo al último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), se estima una reducción de 200.000 hectáreas respecto a la proyección inicial. Así, la superficie total sembrada quedaría en 6,9 millones de hectáreas, un nivel similar al del ciclo pasado.
Las lluvias fueron especialmente significativas en Córdoba y Buenos Aires, con acumulados que llegaron a los 80 milímetros en los primeros días del mes. “Julio ratifica los pronósticos de un invierno más húmedo de lo habitual y acerca al trigo a un escenario de alta producción”, subrayó la BCR.
Sin embargo, la contracara es que esos mismos excesos de agua retrasaron o directamente impidieron la siembra en varias áreas. Se estima que se perderían 100.000 hectáreas solo en la provincia de Buenos Aires, especialmente en el noroeste y sudeste. También hubo recortes en Chaco (60.000 ha) y Santiago del Estero (40.000 ha).
A pesar del freno en las tareas de implantación —que alcanzan al 90 % del total previsto—, las condiciones hídricas actuales dejan buenas perspectivas de rendimiento. Con un clima que acompañe y rindes promedio, la producción nacional podría rondar los 20 millones de toneladas.
Además del impacto climático, en algunas zonas también influyen razones económicas: productores y técnicos analizan alternativas como cebada, maíz y girasol, que podrían resultar más rentables que el trigo bajo ciertas condiciones.
En definitiva, el trigo cede espacio, pero no expectativas: si el clima sigue jugando a favor, la campaña podría compensar con calidad y volumen lo que resignó en superficie.


