Un equipo de profesionales del sector privado realizó un análisis en base al stock oficial, y los números impactan. Más allá de acciones correctivas, recomiendan la prevención.
Poca cosa queda por decir acerca del impacto de la parasitosis y, sobre todo, del problema de la resistencia a los antiparasitarios. Los esfuerzos conjuntos de profesionales y medios especializados han contribuido a generar conciencia de la presencia del tema como algo sobre lo cual se debe trabajar.
Pero de la conciencia del tema a la acción concreta adecuada hay un trecho, y el primer paso hacia la solución es dimensionar el problema, ponerle números, un ámbito concreto. Movidos por esto, los veterinarios Emilio Sequi -asesor privado de Olavarría-, Antonio Castelletti -representante técnico comercial Zoetis Argentina- y Maricel Guzmán -especializada en diagnóstico parasitológico veterinario- aunaron esfuerzos para enmarcar la problemática en nuestro partido.
"Quisimos estimar cuánto se pierde por parasitosis en Olavarría, y trasladar ese número a un comparativo concreto en litros de combustible o el precio de una Toyota Hilux 0Km, como para que el productor pueda tomar conciencia de los kilos que está perdiendo", explicó a Emilio Sequi a ZonaCampo.com.ar.
"Todos sabemos que las parasitosis producen pérdidas económicas en los rodeos de bovinos, pero al no ser evaluado o tenido en cuenta por el productor, las acciones se diluyen a pesar de que las pérdidas subclínicas pueden ser de hasta 30kg por animal. Para nuestra estimación, preferimos ser conservadores y las propusimos en la mitad", agregó.
"Así y todo, con solo 15 kg y teniendo en cuenta los datos de stock oficial del partido, Olavarría pierde un total de $ 185 millones por año. Trasladado a números concretos, esto equivale a 62 Hilux 0km, más de dos millones de litros de gasoil grado 3, o a 5.829 novillos de 250kg, un 6% menos de animales de los que podría haber. Llevamos unos cinco años trabajando con Maricel, y la experiencia nos ha demostrado que el fenómeno es real y persistente", remarcó.
El proyecto surgió tras un intercambio en que quedó de manifiesto la necesidad de integrar en una acción común a la industria, el diagnóstico a campo y el diagnóstico en laboratorio, ya que el fenómeno requiere un abordaje múltiple. "La resistencia nos mostró que estábamos dejando de lado muchas cosas necesarias para un buen manejo de las parasitosis, y debíamos dejar de lado las estrategias de tratamientos prefijados y de calendario", reconoció Sequi.
"Quedó de manifiesto que lo principal es un buen diagnóstico para cada establecimiento, y a partir de ahí la elección de un buen tratamiento, en vez de seguir pensando como estábamos acostumbrados, que con "una desparasitada" se soluciona el problema. Y no solo vimos que es necesario diagnosticar la presencia o ausencia de parásitos, sino detectar los géneros que están interviniendo en cada establecimiento, y también géneros a lo largo del año", subrayó.
Volviendo a los números del partido, el equipo realizó una estimación por categorías. Según números oficiales, el stock de recría asciende a 88.145 cabezas, de las cuales 66.629 corresponden a vaquillonas y 21.516 a novillitos. Los 15 kg de pérdida promedio asignados a cada uno terminan resultando en una importante pérdida económica directa que podría evitarse, más allá de problemas derivados de difícil solución.
Como en muchos ámbitos, la clave está en la prevención, ya que no solo es más barato prevenir que curar, sino que además de los diagnósticos muchas veces surge la conveniencia de no intervenir, con lo cual se evitan los costos y complicaciones de tratamientos innecesarios. Por otra parte, cuando hacen falta tratamientos y no se realizan o son inadecuados, las pérdidas van más allá de los meros kilos perdidos.
"Una vez que el animal pierde peso por la parasitosis, los crecimientos compensatorios no se realizan de manera normal, afectando en las hembras el desarrollo muscular y óseo, y también afectando el futuro comportamiento reproductivo al atrasar la madurez sexual. En el caso de los novillos en engorde los animales aumentan de peso en base al depositar grasa, que es cara energéticamente, y son esas chuletas gordas llenas de grasa pero con poca carne que vemos en las carnicerías", detalló Emilio Sequi.
El método de trabajo implementado por el equipo se basa en diagnóstico de parasitosis y determinación de necesidad o no de tratamiento antiparasitario, teniendo en cuenta múltiples factores que van desde variables climáticas, de manejo, categoría, época del año, hasta alimentación, edad de los animales, edad de las pasturas e historial previo.
"Una vez establecido todo esto, definimos cuándo, con qué y para qué. Y luego damos continuidad con el monitoreo posterior, ya que es importante el chequeo de los tratamientos para detectar eventuales fallas por mal cálculo de dosis, por ejemplo… en este sentido, vale resaltar que se debe calcular en base al más pesado del lote y no el promedio. El monitoreo también nos permite detectar una posible resistencia a alguna droga en particular, lo cual se confirmará luego con el cultivo de larvas y posteriores análisis", apuntó el profesional.
Sequi enfatizó la importancia de realizar este tipo de trabajos en los establecimientos ganaderos, con independencia de la escala, ya que es una problemática presente y cualquier medida correctiva termina siendo mucho más cara que la prevención. El impacto siempre es positivo, ya que los establecimientos chicos son muy sensibles a las mermas productivas de cualquier tipo, y los establecimientos grandes a veces diluyen estas pérdidas en el marco de costos, pero de poder medirlas es la propia escala de la empresa la que las hace muy importantes en términos económicos.
Contacto:
MV Emilio Sequi MP 11.852, Olavarría
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