Jabalíes, la especie exótica que se convirtió en enemiga de los productores
En la actualidad es difícil de contener en casi el 75 % del territorio bonaerense donde invaden y se reproducen con total libertad causando daños y pérdidas millonarias en todos los cultivos que puedan incorporar a su ingesta.
El jabalí es una especie exótica introducida en el país en 1900 en la provincia de La Pampa, por lo que no es originaria de la Argentina ni del continente americano. Este animal fue inserto en la región junto con el ciervo colorado, por Pedro Luro, para la caza privada hasta llegar a un punto en el que no se pudo evitar la proliferación.
Hoy, el jabalí es considerado plaga: existe sobrepoblación debido a su elevada tasa reproductiva y ocasiona un serio impacto en la diversidad biológica y en actividades humanas como la agricultura.
En este sentido, origina daños ecológicos en los cultivos (se alimenta de maíz, cómo en este campo de Sierra de la Ventana) y en los suelos a causa de las remociones que hace con su hocico; causa accidentes en las rutas; puede atacar a animales domésticos; es dispersor de semillas; modifica la vegetación existente; genera perjuicios productivos (en silos bolsa, por caso); y transmite enfermedades al ganado y al ser humano.
En la actualidad es difícil de contener en casi el 75 % del territorio bonaerense donde invaden y se reproducen con total libertad causando daños y pérdidas millonarias en todos los cultivos que puedan incorporar a su ingesta.
Propietarios de campos y trabajadores rurales señalan que las piaras -como se denomina al conjunto de jabalées- son voraces y causan numerosos daños no solo por lo que comen sino también por aplastamiento debido al pisoteo de los que marchan a través de los campos
En ZonaCampo hemos recibido varios testimonios y videos de productores del centro de la provincia de Buenos Aires que dan testimonio de la presencia masiva de la especie. Un video muestra una piara de jabalíes en campo ubicado entre El Luchador y 16 de Julio en el límite entre Olavarría y Benito Juárez. En la zona rural de Henderson una piara de al menos 32 chanchos cimarrones ataron uno de sus silobolsas cargado con maíz y hace pocos días el colega Carlos Bodanza de Bahía Blanca publicaba en sus redes como le dejaron un lote de maíz a un productor de Sierra de la Ventana.
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Los datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable avalan las pérdidas económicas preliminares analizadas y asociadas a este animal, las cuales se calculan entre US$907.023.190 y US$1.380.488.228 anuales,
La amenaza detrás del Jabalí
"Una vez que ingresan al hábitat son bastantes complicados de controlar, afectan al medio ambiente y la diversidad porque provocan daños a las plantas, a los árboles y a los bosques araucanas. Generalmente, buscan dañar la estructura del suelo y muchas veces se comen los huevos de las aves que anidan en el suelo. Los yacarés y los ciervos de los pantanos están comprometidos con esta especie", dijo Andrea Marcos, veterinaria de la Coordinación General de Epidemiología del Senasa.
"Los parques nacionales están trabajando para aplicar un control, ya que afectan al crecimiento de los palmeros. Estos animales están desde la zona norte del país y han habido hallazgos en La Patagonia, en la Cordillera de los Andes, Bariloche y en Lanín, donde tienen bastantes problemas con ellos. En este momento no tienen depredadores naturales", amplió.
A esta especie se la considera invasora porque prolifera de manera rápida en el territorio nacional. Según una encuesta difundida por expertos de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Facultad Nacional del Nordeste (UNNE), los cultivos más afectados por jabalíes son principalmente los cereales: maíz, sorgo, trigo, avena, cebada, centeno. En oleaginosas: soja y girasol.
El jabalí como alimento
El humano es uno de los depredadores naturales, ya que su carne es apta para el consumo, previa aprobación sanitaria y actualmente está en proceso de expansión en el país. "El consumo de jabalí transmite enfermedades a los humanos como la triquinosis. Es muy importante que antes de consumirla se analice en un laboratorio. Se tiene que hacer una prueba digestión artificial y ahí se comprueba que no tiene esa enfermedad. Lo más importante es que la carne esté analizada y sea apta para el consumo humano", añadió.
Según la experta, si el jabalí se caza en una provincia, el comerciante tiene que avalar por la autoridad sanitaria competente de esa región el producto o la caza para poder comercializarlo en otra. Si bien, en la mayoría de las veces puede ser el Senasa el ente regulador, puede ocurrir que sea la entidad sanitaria provincial la encargada de otorgar los permisos correspondientes. "Tiene que estar avalado por el Senasa, si no está avalado por el tránsito federal tiene que estar avalado por el Senasa, de lo contrario no se puede comercializar", aclaró y sostuvo que dentro de los productores hay un alto conocimiento del consumo y comercialización de esta especie.
De acuerdo con la información oficial, los jabalíes y cerdos cimarrones tienen importancia en la introducción y dispersión de la peste porcina africana y peste porcina clásica, son susceptibles a fiebre aftosa y están implicados en la diseminación de otras enfermedades prevalentes en nuestro país (Aujeszky, brucelosis, leptospirosis y triquinosis). Además son considerados una de las especies exóticas invasoras que más impactos negativos genera para la producción agrícola. También aclaran que las muestras analizadas hasta la fecha son negativas a peste porcina clásica, peste porcina africana, gastroenteritis transmisibles del cerdo, síndrome disgenésico y reproductivo porcino (siglas, PRRS) y fiebre aftosa.
Los datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable avalan las pérdidas económicas preliminares analizadas y asociadas a este animal, las cuales se calculan entre US$907.023.190 y US$1.380.488.228 anuales, un costo discriminado en daños, restauración de infraestructura, reducciones para la producción agrícola y costos de control de la proliferación de esta plaga.
“La fina viene muy bien pero para que se concrete en los rindes es clave el monitoreo continuo”
El ingeniero agrónomo Ricardo Silvestro, de la firma Rindes y Cultivos DAS, analiza la campaña de trigo y cebada. Explica cómo los vaivenes de clima afectaron a los cultivos y la importancia de las aplicaciones preventivas para controlar enfermedades
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En la actualidad es difícil de contener en casi el 75 % del territorio bonaerense donde invaden y se reproducen con total libertad causando daños y pérdidas millonarias en todos los cultivos que puedan incorporar a su ingesta.
El jabalí es una especie exótica introducida en el país en 1900 en la provincia de La Pampa, por lo que no es originaria de la Argentina ni del continente americano. Este animal fue inserto en la región junto con el ciervo colorado, por Pedro Luro, para la caza privada hasta llegar a un punto en el que no se pudo evitar la proliferación.
Hoy, el jabalí es considerado plaga: existe sobrepoblación debido a su elevada tasa reproductiva y ocasiona un serio impacto en la diversidad biológica y en actividades humanas como la agricultura.
En este sentido, origina daños ecológicos en los cultivos (se alimenta de maíz, cómo en este campo de Sierra de la Ventana) y en los suelos a causa de las remociones que hace con su hocico; causa accidentes en las rutas; puede atacar a animales domésticos; es dispersor de semillas; modifica la vegetación existente; genera perjuicios productivos (en silos bolsa, por caso); y transmite enfermedades al ganado y al ser humano.
En la actualidad es difícil de contener en casi el 75 % del territorio bonaerense donde invaden y se reproducen con total libertad causando daños y pérdidas millonarias en todos los cultivos que puedan incorporar a su ingesta.
Propietarios de campos y trabajadores rurales señalan que las piaras -como se denomina al conjunto de jabalées- son voraces y causan numerosos daños no solo por lo que comen sino también por aplastamiento debido al pisoteo de los que marchan a través de los campos
En ZonaCampo hemos recibido varios testimonios y videos de productores del centro de la provincia de Buenos Aires que dan testimonio de la presencia masiva de la especie. Un video muestra una piara de jabalíes en campo ubicado entre El Luchador y 16 de Julio en el límite entre Olavarría y Benito Juárez. En la zona rural de Henderson una piara de al menos 32 chanchos cimarrones ataron uno de sus silobolsas cargado con maíz y hace pocos días el colega Carlos Bodanza de Bahía Blanca publicaba en sus redes como le dejaron un lote de maíz a un productor de Sierra de la Ventana.
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Los datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable avalan las pérdidas económicas preliminares analizadas y asociadas a este animal, las cuales se calculan entre US$907.023.190 y US$1.380.488.228 anuales,
La amenaza detrás del Jabalí
"Una vez que ingresan al hábitat son bastantes complicados de controlar, afectan al medio ambiente y la diversidad porque provocan daños a las plantas, a los árboles y a los bosques araucanas. Generalmente, buscan dañar la estructura del suelo y muchas veces se comen los huevos de las aves que anidan en el suelo. Los yacarés y los ciervos de los pantanos están comprometidos con esta especie", dijo Andrea Marcos, veterinaria de la Coordinación General de Epidemiología del Senasa.
"Los parques nacionales están trabajando para aplicar un control, ya que afectan al crecimiento de los palmeros. Estos animales están desde la zona norte del país y han habido hallazgos en La Patagonia, en la Cordillera de los Andes, Bariloche y en Lanín, donde tienen bastantes problemas con ellos. En este momento no tienen depredadores naturales", amplió.
A esta especie se la considera invasora porque prolifera de manera rápida en el territorio nacional. Según una encuesta difundida por expertos de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Facultad Nacional del Nordeste (UNNE), los cultivos más afectados por jabalíes son principalmente los cereales: maíz, sorgo, trigo, avena, cebada, centeno. En oleaginosas: soja y girasol.
El jabalí como alimento
El humano es uno de los depredadores naturales, ya que su carne es apta para el consumo, previa aprobación sanitaria y actualmente está en proceso de expansión en el país. "El consumo de jabalí transmite enfermedades a los humanos como la triquinosis. Es muy importante que antes de consumirla se analice en un laboratorio. Se tiene que hacer una prueba digestión artificial y ahí se comprueba que no tiene esa enfermedad. Lo más importante es que la carne esté analizada y sea apta para el consumo humano", añadió.
Según la experta, si el jabalí se caza en una provincia, el comerciante tiene que avalar por la autoridad sanitaria competente de esa región el producto o la caza para poder comercializarlo en otra. Si bien, en la mayoría de las veces puede ser el Senasa el ente regulador, puede ocurrir que sea la entidad sanitaria provincial la encargada de otorgar los permisos correspondientes. "Tiene que estar avalado por el Senasa, si no está avalado por el tránsito federal tiene que estar avalado por el Senasa, de lo contrario no se puede comercializar", aclaró y sostuvo que dentro de los productores hay un alto conocimiento del consumo y comercialización de esta especie.
De acuerdo con la información oficial, los jabalíes y cerdos cimarrones tienen importancia en la introducción y dispersión de la peste porcina africana y peste porcina clásica, son susceptibles a fiebre aftosa y están implicados en la diseminación de otras enfermedades prevalentes en nuestro país (Aujeszky, brucelosis, leptospirosis y triquinosis). Además son considerados una de las especies exóticas invasoras que más impactos negativos genera para la producción agrícola. También aclaran que las muestras analizadas hasta la fecha son negativas a peste porcina clásica, peste porcina africana, gastroenteritis transmisibles del cerdo, síndrome disgenésico y reproductivo porcino (siglas, PRRS) y fiebre aftosa.
Los datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable avalan las pérdidas económicas preliminares analizadas y asociadas a este animal, las cuales se calculan entre US$907.023.190 y US$1.380.488.228 anuales, un costo discriminado en daños, restauración de infraestructura, reducciones para la producción agrícola y costos de control de la proliferación de esta plaga.
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