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La curiosa historia detrás de las ovejas que pastan con bozal en Uruguay

En el departamento de Canelones, Uruguay, las ovejas Hampshire Down pastan entre las 20 hectáreas de frutales con bozales. Este innovador sistema de producción está transformando la forma en que se combinan la ganadería ovina y la fruticultura ya que no solo protege los cultivos de la voracidad de los animales, sino que también abre un nuevo capítulo en la relación entre ganadería y agricultura, promoviendo una convivencia más equilibrada y productiva 

 En el departamento de Canelones, Uruguay, un innovador sistema de producción está transformando la forma en que se combinan la ganadería ovina y la fruticultura. Martín Guarini, un productor y miembro de la Sociedad Uruguaya de Silvopastoreo (Susilvo), ha implementado un sistema de silvopastoreo en sus plantaciones de limones que destaca por una particularidad: las ovejas Hampshire Down que pastan entre los frutales lo hacen utilizando bozales especialmente diseñados. Esta tecnología no solo optimiza el manejo de los cultivos, sino que además presenta beneficios económicos, ambientales y de bienestar animal.


El sistema, que fue presentado recientemente en la feria internacional Fruit Attraction 2024, ha generado gran interés debido a su enfoque en la sinergia entre dos sectores productivos, como la ovinocultura y la fruticultura, permitiendo un aprovechamiento eficiente de los recursos naturales y promoviendo la sostenibilidad en las explotaciones agrícolas.

 ¿Por qué bozales?


El uso de estos bozales no es un simple capricho, sino una solución tecnológica pensada para evitar que las ovejas dañen los árboles frutales mientras pastorean en las entrelíneas. "El bozal permite que los ovinos puedan pastar normalmente, pero al levantar la cabeza, se les impide ramonear las ramas de los árboles", explica el ingeniero agrónomo Hernán Bueno, del Plan Agropecuario de Uruguay. De esta manera, se logra una convivencia perfecta entre el ganado ovino y los cultivos frutales, sin comprometer la producción de frutas ni la salud de los animales.


Este desarrollo, impulsado por la empresa Ki, surgió de una necesidad concreta: evitar que los ovinos, que son excelentes aliados en el control de malezas, dañen los árboles frutales con su hábito de ramoneo. Las pruebas iniciales del bozal han sido tan exitosas que hoy en día su uso se está expandiendo no solo a limoneros, sino también a viñedos y plantaciones de duraznos.

Beneficios de la tecnología


Los beneficios de este sistema son numerosos. En primer lugar, el pastoreo controlado de las ovejas ayuda a mantener las entrelíneas limpias de malezas sin necesidad de utilizar agroquímicos, lo que lo convierte en un método ideal para quienes buscan prácticas de producción orgánica. Al mismo tiempo, las deposiciones de los ovinos actúan como fertilizante natural, mejorando la calidad del suelo y reduciendo la dependencia de insumos externos.


Además, este sistema se adapta muy bien a un entorno productivo cada vez más desafiante. La diversificación entre ovinos y frutales ofrece una mayor resiliencia ante fluctuaciones económicas y cambios climáticos, lo que permite que los productores familiares mantengan su actividad de forma sostenible. "Es un ganar-ganar", señala Guarini, quien destaca que esta tecnología también tiene un impacto positivo en la reducción de gases de efecto invernadero, ya que fomenta un uso más eficiente del terreno y una menor dependencia de recursos externos.

Un largo camino de innovación


Aunque la idea de combinar la ganadería con la fruticultura no es nueva, el uso de bozales específicos para ovinos es un hito reciente en esta historia de innovación. Ya en 1906 se registraron los primeros bozales para ovejas, pero fue recién en 2021 cuando se retomó la investigación para perfeccionar esta tecnología. El resultado final es un diseño que cuenta con almohadillas para evitar daños en la piel de los animales y una estructura ligera que no afecta sus funciones diarias, como beber agua o pastar.


El bozal KI, fabricado con materiales plásticos de alta resistencia, tiene una vida útil de al menos tres años y se ha diseñado con un sistema de ajuste adaptable a diferentes razas de ovinos. Este desarrollo ha sido posible gracias al apoyo de varias organizaciones en Uruguay, como la Agencia Nacional de Investigación en Innovación y el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria), entre otras.


 Mirando al futuro


Con los ensayos iniciales ya superados y los primeros resultados positivos, se espera que la comercialización de estos bozales a gran escala comience en breve, no solo en Uruguay sino también en el mercado internacional. Los impulsores del proyecto aseguran que la inversión en estos dispositivos se repaga en solo seis meses, gracias a los ahorros en costos de agroquímicos, fertilizantes y mano de obra.


El silvopastoreo con ovinos en montes frutales, apoyado por esta tecnología innovadora, se posiciona como una alternativa viable para los productores que buscan aumentar sus ingresos sin comprometer la sostenibilidad ambiental. En un contexto en el que cada vez es más urgente adoptar prácticas agrícolas más eficientes y respetuosas con el entorno, el caso de las ovejas con bozal en Canelones, Uruguay, marca un camino hacia el futuro de la producción agropecuaria.



Fuente: MAS PRODUCCION - KI AGROSOLUCIONES



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El sistema, que fue presentado recientemente en la feria internacional Fruit Attraction 2024, ha generado gran interés debido a su enfoque en la sinergia entre dos sectores productivos, como la ovinocultura y la fruticultura, permitiendo un aprovechamiento eficiente de los recursos naturales y promoviendo la sostenibilidad en las explotaciones agrícolas.

 ¿Por qué bozales?


El uso de estos bozales no es un simple capricho, sino una solución tecnológica pensada para evitar que las ovejas dañen los árboles frutales mientras pastorean en las entrelíneas. "El bozal permite que los ovinos puedan pastar normalmente, pero al levantar la cabeza, se les impide ramonear las ramas de los árboles", explica el ingeniero agrónomo Hernán Bueno, del Plan Agropecuario de Uruguay. De esta manera, se logra una convivencia perfecta entre el ganado ovino y los cultivos frutales, sin comprometer la producción de frutas ni la salud de los animales.


Este desarrollo, impulsado por la empresa Ki, surgió de una necesidad concreta: evitar que los ovinos, que son excelentes aliados en el control de malezas, dañen los árboles frutales con su hábito de ramoneo. Las pruebas iniciales del bozal han sido tan exitosas que hoy en día su uso se está expandiendo no solo a limoneros, sino también a viñedos y plantaciones de duraznos.

Beneficios de la tecnología


Los beneficios de este sistema son numerosos. En primer lugar, el pastoreo controlado de las ovejas ayuda a mantener las entrelíneas limpias de malezas sin necesidad de utilizar agroquímicos, lo que lo convierte en un método ideal para quienes buscan prácticas de producción orgánica. Al mismo tiempo, las deposiciones de los ovinos actúan como fertilizante natural, mejorando la calidad del suelo y reduciendo la dependencia de insumos externos.


Además, este sistema se adapta muy bien a un entorno productivo cada vez más desafiante. La diversificación entre ovinos y frutales ofrece una mayor resiliencia ante fluctuaciones económicas y cambios climáticos, lo que permite que los productores familiares mantengan su actividad de forma sostenible. "Es un ganar-ganar", señala Guarini, quien destaca que esta tecnología también tiene un impacto positivo en la reducción de gases de efecto invernadero, ya que fomenta un uso más eficiente del terreno y una menor dependencia de recursos externos.

Un largo camino de innovación


Aunque la idea de combinar la ganadería con la fruticultura no es nueva, el uso de bozales específicos para ovinos es un hito reciente en esta historia de innovación. Ya en 1906 se registraron los primeros bozales para ovejas, pero fue recién en 2021 cuando se retomó la investigación para perfeccionar esta tecnología. El resultado final es un diseño que cuenta con almohadillas para evitar daños en la piel de los animales y una estructura ligera que no afecta sus funciones diarias, como beber agua o pastar.


El bozal KI, fabricado con materiales plásticos de alta resistencia, tiene una vida útil de al menos tres años y se ha diseñado con un sistema de ajuste adaptable a diferentes razas de ovinos. Este desarrollo ha sido posible gracias al apoyo de varias organizaciones en Uruguay, como la Agencia Nacional de Investigación en Innovación y el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria), entre otras.


 Mirando al futuro


Con los ensayos iniciales ya superados y los primeros resultados positivos, se espera que la comercialización de estos bozales a gran escala comience en breve, no solo en Uruguay sino también en el mercado internacional. Los impulsores del proyecto aseguran que la inversión en estos dispositivos se repaga en solo seis meses, gracias a los ahorros en costos de agroquímicos, fertilizantes y mano de obra.


El silvopastoreo con ovinos en montes frutales, apoyado por esta tecnología innovadora, se posiciona como una alternativa viable para los productores que buscan aumentar sus ingresos sin comprometer la sostenibilidad ambiental. En un contexto en el que cada vez es más urgente adoptar prácticas agrícolas más eficientes y respetuosas con el entorno, el caso de las ovejas con bozal en Canelones, Uruguay, marca un camino hacia el futuro de la producción agropecuaria.



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