Un estudio genético revela que la domesticación de ovejas hace más de 11.000 años no solo garantizó alimento y abrigo, sino que transformó la forma en que las sociedades humanas se organizaron y expandieron.
Según publicó el sitio web Muy Interesante, en un artículo firmado por Christian Pérez, un reciente estudio genético sobre el ADN de ovejas antiguas ha permitido reconstruir el papel clave que estos animales jugaron en la historia de la humanidad. La investigación, basada en el análisis de muestras arqueológicas que abarcan más de 12.000 años, demuestra cómo la domesticación de ovejas no solo aseguró una fuente estable de carne, leche y lana, sino que también influyó en la evolución de la agricultura, el comercio y la movilidad humana.
El origen de la domesticación
De acuerdo con la publicación, la domesticación de ovejas comenzó hace más de 11.000 años en la región que hoy es Turquía. Los primeros pastores neolíticos lograron domesticar el muflón salvaje, ancestro de las ovejas modernas, iniciando un proceso de selección artificial que se prolongó durante miles de años. La selección de características específicas, como la producción de lana o la docilidad, permitió el desarrollo de rebaños que facilitaron la vida en las primeras aldeas sedentarias.
El estudio destaca que, hace aproximadamente 8.000 años, los agricultores europeos ya seleccionaban ovejas con colores específicos de pelaje, lo que representa una de las primeras evidencias de manipulación genética intencionada en animales domesticados.
Migraciones humanas y comercio impulsados por las ovejas
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio citado por Muy Interesante es la relación entre la expansión de las poblaciones humanas y la movilidad de los rebaños ovinos. Hace unos 7.000 años, en el Creciente Fértil, las ovejas domesticadas comenzaron a difundirse junto con los pastores, llegando a nuevas regiones. Más tarde, las migraciones de las estepas euroasiáticas, ocurridas hace unos 5.000 años, llevaron a estos animales a nuevas latitudes, transformando la genética de las poblaciones ovinas locales.
Las ovejas también fueron protagonistas del comercio antiguo. Su lana, fácil de trabajar y resistente, se convirtió en un recurso estratégico para las civilizaciones antiguas, impulsando la creación de rutas comerciales y la especialización en la producción textil.
La revolución de la lana y su impacto en la economía
A lo largo de la historia, la importancia de las ovejas no solo estuvo relacionada con la alimentación, sino también con la producción textil. Según el artículo de Muy Interesante, la cría de ovejas con un pelaje más homogéneo y abundante fue una estrategia adoptada por las civilizaciones mesopotámicas en la Edad del Bronce. Esto permitió la fabricación masiva de textiles y dio origen a una de las primeras industrias del mundo.
El auge del comercio de lana se extendió hasta la época romana, cuando algunas regiones se especializaron en la cría de ovejas para abastecer los mercados imperiales. Más tarde, la industria lanera medieval encontraría en las ovejas españolas una de sus fuentes más valiosas de materia prima, consolidando a estos animales como pilares de la economía global.
La herencia genética de la domesticación
Los científicos que realizaron el estudio citado por Muy Interesante destacan que muchas de las modificaciones introducidas por los antiguos pastores siguen presentes en las ovejas modernas. Características como la resistencia a enfermedades y la producción de lana han sido modeladas por la selección humana a lo largo de milenios.
En la actualidad, la genética animal continúa desempeñando un papel crucial en la ganadería. Investigaciones como esta permiten comprender mejor la evolución de las especies domesticadas y ofrecen herramientas para adaptar la producción a los desafíos del cambio climático y las demandas del mercado global.
Una historia compartida
El artículo concluye señalando que la historia de las ovejas es inseparable de la historia humana. Desde los primeros asentamientos neolíticos hasta la actualidad, estos animales han sido clave en la construcción de sociedades, facilitando la alimentación, el comercio y la expansión cultural. Su domesticación no solo marcó un hito evolutivo, sino que sigue teniendo un impacto directo en la vida moderna.
Así, las ovejas han acompañado a la humanidad durante más de 11.000 años, adaptándose a los cambios y necesidades de cada época. Y, como revela el estudio, su historia es también la nuestra.