La medida, que regirá a partir de 2026, habilita a los productores a decidir el momento de faena sin restricciones. Mientras el Gobierno apunta a mayor eficiencia y libertad económica, frigoríficos y exportadores advierten posibles riesgos para el sector.
La derogación del peso mínimo de faena para bovinos, anunciada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, representa uno de los cambios más significativos en la política ganadera de las últimas dos décadas. A partir del 1° de enero de 2026, los productores podrán decidir libremente el momento de faena de sus animales, sin necesidad de cumplir con los actuales pisos de 165 kg para machos y 140 kg para hembras.
La medida, publicada en el Boletín Oficial, se enmarca en la política de desregulación económica impulsada por el Gobierno nacional, y argumenta que los productores “cuentan con los conocimientos técnicos y las herramientas de gestión adecuadas” para determinar el momento óptimo de faena.
El alivio del campo y las dudas del sector industrial
Entre los productores, la noticia cayó bien. “Es una decisión que va en línea con una cadena ganadera más libre, sin imposiciones que no tienen impacto real”, señaló Carlos Odriozola, dirigente de la Sociedad Rural Argentina. En el mismo sentido, el empresario Juan Eiras, vinculado al engorde a corral, valoró la posibilidad de adaptar los tiempos de faena a las condiciones del mercado y los costos de alimentación: “Nos va a permitir ser más eficientes sin temor a sanciones”, expresó.
Desde el Gobierno argumentan que, a pesar de casi 20 años de regulación, no se logró aumentar de forma sostenida el peso medio de faena. En cambio, aseguran que países que no imponen pisos han alcanzado mejores resultados, y que la eficiencia no depende de intervenciones estatales, sino de las decisiones técnicas del productor.
Pero no todas las voces son favorables. Daniel Urcía, de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), consideró que si bien la medida corrige una distorsión, es necesario acompañarla con información precisa y monitoreo: “Puede haber competencia desleal si algunos frigoríficos comienzan a faenar animales muy livianos”, advirtió.
Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, también expresó sus reparos: “Eliminar el piso puede generar un retroceso en términos de calidad y eficiencia industrial. El menor peso puede afectar el rendimiento en gancho y el valor agregado de la cadena”.

Una medida que abre nuevas preguntas
La resolución, que será efectiva recién en 2026, apunta a dar tiempo a los distintos actores para adecuarse. Sin embargo, se enmarca en un contexto desafiante: con una oferta de hacienda en baja, exportaciones que enfrentan márgenes ajustados y un mercado interno sensible al precio de la carne.
Para algunos analistas, como los del Instituto de Estudios Económicos del INTA, el impacto real dependerá de cómo evolucionen las señales del mercado: si el productor encuentra estímulos para faenar más pesado, lo seguirá haciendo, aun sin obligación legal. Pero si las condiciones empujan a anticipar la salida de animales livianos, podría deteriorarse el estándar productivo general.
Por ahora, el Gobierno apuesta a que menos reglas significan más dinamismo. El tiempo dirá si el mercado logra compensar lo que antes se regulaba desde el Estado.