Cuando hablamos de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) en el uso de fitosanitarios, generalmente pensamos en el correcto uso de los Equipos de Protección Personal (EPP), la lectura de la etiqueta o marbete; o incluso en las estrategias para generar gotas más eficientes que no se pierdan por deriva. Pero una buena práctica también es la correcta realización de la mezcla de los productos en el tanque de un equipo pulverizador, sea mochila, máquina pulverizadora o avión aplicador.
Hasta un 30% de las fallas que ocurren en las aplicaciones con fitosanitarios se deben a una realización incorrecta de la preparación de la mezcla. En esta instancia debemos tener en cuenta algunos factores para evitar dos cosas importantes: la perdida de eficiencia y eficacia de la aplicación, y la exposición de personas y el ambiente a los productos.
¿Cuáles son los factores a tener en cuenta para realizar una correcta mezcla de fitosanitarios?
Además de los productos en sí mismos, el agua y su calidad son cruciales para lograr una buena mezcla. Es por eso que resulta necesario conocer diversas características del agua que pueden afectar las mezclas. En primer lugar, debemos medir su pH (potencial hidrogeno), es decir, su nivel de acidez o alcalinidad. Esto permitirá la disolución de los diferentes compuestos químicos de los fitosanitarios. Los pH levemente ácidos son los más adecuados para el agua al momento de una mezcla. Generalmente, un pH alto (alcalino) degrada las moléculas de agroquímicos y disminuye la cantidad de principio activo, proceso que se conoce como hidrolisis alcalina.
Otro parámetro para considerar es la dureza del agua. Es la que expresa el contenido de sales de Calcio y Magnesio en solución. Cuando el agua posee demasiada cantidad de estas sales, la efectividad de los tratamientos con fitosanitarios puede verse disminuida porque afecta su emulsionabilidad y dispersabilidad.
También es importante tener en cuenta la turbidez. Esto significa que el agua se ensucia y pierde su cristalinidad debido a materias en suspensión como arcillas, cieno o materias finamente divididas, plancton y microorganismos
A la hora de realizar una aplicación, es recomendable analizar las distintas fuentes de agua del establecimiento, así como su formulación y propiedades. Si la fuente es incorrecta o tiene algún inconveniente, puede generar reacciones y combinaciones que afecten la efectividad de los productos y sus diferentes formulaciones. La interacción está determinada por la química del agua y la química del fitosanitario utilizado.
En lo que respecta a los productos, la compatibilidad de los distintos formulados al momento de realizar la mezcla en el tanque es de suma importancia. Esta información se puede encontrar en la etiquetas o marbetes del envase. En este caso, el orden de los factores sí altera el producto. Respetar el momento en el que se carga cada una de las formulaciones en la mezcla evita la formación de reacciones indeseadas o efectos adversos en ella. Una vez incorporados todos los elementos de la preparación se debe lograr su homogeneidad. Las mezclas pueden ser una solución química, una suspensión o una emulsión. En todos los casos la agitación del tanque debe ser continua, de forma tal que cada gota contenga la misma cantidad de producto en ella.
Todas estas acciones hacen también a las buenas prácticas en el uso de fitosanitarios. Porque permiten trabajar con consciencia y responsabilidad para preservar la seguridad de los cultivos, el ambiente y las personas. Comprometámonos con una agricultura cada vez más sustentable.
Por Pablo Méndez
Coordinador Regional de Bs. As. y La Pampa en CASAFE