En contextos como el actual, desde el INTA aseguran que un buen manejo del agua subterránea permite cubrir la demanda de agua de los cultivos
Lejos quedaron ya las constantes y abundantes precipitaciones que convirtieron a las napas en una amenaza. Ahora, los pronósticos estiman un verano con una elevada variabilidad climática, altas temperaturas y escasas precipitaciones. En este contexto, técnicos del INTA aseguran que un buen manejo del agua subterránea permite cubrir la demanda hídrica de los cultivos.
Recomendaciones técnicas.
De acuerdo con Pablo Bollatti –especialista del INTA –, "las napas generan un aporte extra de agua en momentos en los que las precipitaciones no alcanzan para cubrir la demanda hídrica de los cultivos".
"Esta importancia se fundamenta en el aporte que el agua capilar –de hasta un metro por sobre el nivel freático– puede realizarle a la zona del suelo, donde se posicionan las raíces de los cultivos", detalló el técnico, quien advirtió que "la profundidad de las raíces de los cultivos varía, como así también la profundidad óptima de la napa para que los cultivos expresen su máximo potencial".
Numerosas investigaciones aseguran que la banda óptima de utilización de la napa freática por los cultivos en suelos sin impedimentos físicos oscila entre 1.40 a 2.40 metros para el maíz, entre 1.20 a 2.20 metros para la soja y entre 0.70 a 1.65 metros para el trigo.
En este sentido, Bollatti subrayó la necesidad de monitorear y conocer su nivel para saber si van a resultar favorables o perjudiciales para los cultivos y, sobre la base de esta información, elaborar una estrategia para la campaña.
Para esto, el técnico recomendó la construcción e implementación de un freatímetro en un lugar donde no haya influencias del terreno, como caminos con desnivel, zanjas, canales, árboles o bombas, así como el asesoramiento de un ingeniero agrónomo.
El freatímetro: construcción y colocación
Se utiliza un caño de PVC de 2 pulgadas de diámetro y 4 metros de largo. Desde el extremo de la boca ensanchada se miden 30 centímetros para, a partir de ahí, realizar una serie de perforaciones cada 10 centímetros con un taladro provisto de una mecha de 8 milímetros o menos.
Luego, se entierran 3,70 metros del caño con un barreno de torsión de 2 pulgadas de diámetro y se dejan 30 centímetros sobre el nivel del suelo sin perforar. Una vez realizado esto, se corta la boca ensanchada del caño a fin de que quede una distancia boca-tierra de 20 centímetros.
Ya colocado, es importante quitar el agua con barro de su interior con una sonda y colocar una tapa. Asimismo, es aconsejable hacer un aporque de tierra a los costados del caño para fijarlo y evitar filtraciones desde la superficie.
El freatímetro debe estabilizarse durante 48 horas y, transcurrido ese lapso, está listo para la primera medición, que requiere una piola graduada o que tenga una cinta métrica de medición directa para llevarla a cabo. Se recomienda que todos los datos queden registrados en una planilla para su posterior análisis.