Ciclo de entrevistas de Luciana Pedernera sobre la vida y el rol de la mujer en el campo de nuestra región. Hoy: Romina Aylen Garay
Luciana Perdernera (ZonaCampo)
Nos podrán sacar minerales,
Nos podrán sacar tierra,
Podrán traer inmigrantes,
Pero las cosas nuestras nunca las van a sacar.
Casi con lágrimas en los ojos y llena de orgullo repite esta frase que escucho la noche anterior en el Festival Nacional de Jesús María. Nuestra Mujer Rural de hoy, es una historia distinta, pero una realidad que a muchas nos toca afrontar.
¿Qué hacemos cuando nos toca partir? ¿Podemos volver? ¿Es fácil afrontar los cambios?
Romina hace tres años, casi cuatro, que vino desde Espigas a Olavarría, por un sueño, estudiar y recibirse. Ese sueño con el que todas fantaseamos cuando estamos llegando a la cima de la secundaria, donde empezamos a ver que las cosas de la vida toman otro rumbo, y aunque no somos adultos estamos a punto de serlo, ansiábamos ese momento por la mayoría de edad, la mal llamada libertad pero hay que vivirlo y no sabes para donde arrancar.
La vida nos sorprende y debemos dejar nuestro hogar, para cumplir con el esfuerzo de papá y mamá, para superarlos, lograr todo lo que ellos no lograron y crecer, crecer en lo persona y en lo profesional, sin olvidar de dónde venimos ni a dónde vamos. La tradición, lo que aprendimos en el andar de campo, la vida misma.
"Me llamo Romina Aylen Garay y desde que nací hasta los 18 años estuve en el campo.
Su carta de presentación es esta, tenía dos opciones, apasionantes para ella, estudiar Medicina Veterinaria o Administración de empresas, reconoce que el miedo y la tristeza de estar tan lejos de su familia, más lejos de lo que estuvo, fue lo que hizo que se quedara en Olavarría, porque estudiar Veterinaria implicaba un cambio de hogar y de distancias más importantes, no estaba preparada para irse a Tandil tan pronto.
Llego de Bariloche directo a anotarse en el instituto para poder seguir administración, pero pasaron algunas semanas y tuvo que buscar un hogar, su primer hogar, lejos de su familia, de la tranquilidad, la serenidad y el aire puro, lejos del cielo repleto de estrellas y vacío de edificios. Sus papas le consiguieron una pensión, como para que no se sintiera tan sola, para que ese cambio no fuera tan difícil.
De pronto llegó el momento de la mudanza, y ese día lleno de desencuentros llego a su vida, estaba rodeada de 14 personas, mujeres, varones, futuros médicos, ingenieros y profesionales de las ciencias sociales, todos de una rama distinta pero su familia en esta nueva casa. Los primeros días "Me costaron horrores" confiesa entre risas y gestos que la llevan a recordar esos momentos no tan lejanos, no podía dormirse por el ruido, acostumbrada a irse a dormir a las nueve de la noche, acá era todo distinto, desde la hora de comer hasta la hora d levantarte.
Madrugar nunca le costó, pero dormir pocas horas no era fácil. Veía la claridad y se despertaba, más aun cuando escuchaba el tren y ahí "llamaba a mama y le decía no puedo dormir".
¿Qué recordar de tu infancia en el campo?
Romina: Uff un montón de cosas, muchas anécdotas, mis mejores momentos están allá. Desde los tres años arriba de los caballos y persiguiendo a su papá por todos lados. Levantarse a las cinco de la mañana, aparecer en la cocina para que no la lleven a cumplir con las tareas, ayudarle a su viejo a domar criollos una de sus pasiones, "tengo tres caballos domados por mí", su yegua criolla pura que se llama Calandria y tiene dos crías, es una de ellas. Recuerda que de chica en el campo hacia muchas travesuras.
¿Tu familia como se compone?
Romina: Mi familia se compone por papá, mamá y mi hermana.
¿Y con tu hermana, como te llevas?
Romina: ¿Con mi hermana?
Llegan más y más recuerdos, entre ellos uno muy gracioso que colmo este momento de risas e inundo nuestra cita de confianza: "en un campo cerca de la Escuela N° 47 andando a caballo en el parque de la casa, en pelos voy al galope, mi hermana quedo colgada en una planta y no me di cuenta. Ella se había agarrado del árbol y quedo colgando mientras la dueña del campo gritaba por la situación".
Juagaba junto a su hermanacon las ovejas, cruzaban la laguna con las yeguas y tenían que mojarse hasta la cabeza para sacarlas, sus aventuras, sus travesías, estos momentos que nos llevan a reflexionar sobre los días que transitamos, donde la realidad nos golpea frecuentemente y meditamos, porque antes vivía en el campo, no tenían electricidad y no se aburría, nunca estaban encerradas en la cocina, "estábamos jugando y escuchábamos que papa prendía el motor y salíamos corriendo a prender la computadora y ahora se te corta la luz dos segundos y ya renegas".
Hoy vuelve al campo que alquilan sus papas, porque ya todos se mudaron a la ciudad y no se quedan porque no tienen electricidad, "¿y cómo hacíamos antes?". De estatura mediana, delgada, sus gestos acompañan cada palabra, le gusta sentir la adrenalina que le provoca subir a un caballo para practicar prueba de riendas, su risa y predisposición sobresalen en su personalidad.
Romina llegó a Olavarría para estudiar, y ya no sabe cuándo o si podrá volver al campo, pero siempre será una Mujer Rural, porque lo siente y lo hace valer.