Desde fines del año pasado, el aumento del maíz, el costo de la reposición y la sequía son un combo que impacta fuerte en la rentabilidad del engorde a corral.
Desde hace unos meses, la calculadora de los feedloteros argentinos no tiene descanso. Los cambios en los valores de algunos de sus insumos básicos y en los precios del propio mercado de hacienda, tienen sacando cuentas a quienes se dedican al engorde a corral en todo el país. A partir de finales del año pasado, los engordadores comenzaron a ver cómo sus márgenes de rentabilidad se estrechaban cada vez más y arrojaban números en rojo para la actividad de comprar animales y agregarles kilos en los corrales.
Y si bien en los dos primeros meses de cada año es común que haya un declive en las ganancias, lo cierto es que los avatares del clima, el aumento del precio de los granos, el incremento de los combustibles y la energía, y los altos valores que rigen para la reposición, son un combo que obliga a mirar de cerca la actividad de los feedlots, en un momento donde son actores clave para hacer frente a las tan anheladas exportaciones con sus "fábricas" de novillos.
El engorde a corral es una tecnología relativamente nueva en Argentina. Con un largo desarrollo en países como Estados Unidos, en el nuestro tiene una historia de apenas un poco de más de veinte años. Tuvo su mayor explosión "cuando casi 13 millones de hectáreas ganaderas pasaron a la agricultura, en un momento de precios agrícolas muy buenos y de tecnologías nuevas que posibilitaron tener mejores rindes en suelos que antes no lo permitían", explicó el gerente de la Cámara Argentina de Feedlot, Fernando Storni.
El responsable de la entidad que representa a unos 200 establecimientos engordadores de todo el territorio argentino sostuvo que el sistema de alimentación a corral fue el que permitió sostener los volúmenes de producción ganadera en Argentina en superficies cada vez más pequeñas. De esa manera, el método tuvo una expansión más veloz que en otros países.
El precio del maíz aumentó entre un 30% y un 40% desde comienzos de diciembre hasta febrero. Pasó de un valor aproximado de $2.800 a $3.500 por cada tonelada.
A partir de ese momento clave, los feedlots se instalaron definitivamente en la producción nacional, y hoy las cifras oficiales hablan de que al menos el 40% de lo que se faena en nuestro país tiene algún paso por los corrales. Pero si se contemplan todas las etapas de la cadena cárnica y el uso del encierre en establecimientos de cría o invernada, la influencia del método asciende hasta un 70% del total.
Está claro que es un sector para seguir de cerca, sobre todo porque sus resultados están íntimamente atados a otras variables de los negocios agropecuarios y de la economía en general, como los cambios en la pizarra de granos, la cantidad de dinero que los consumidores tienen en el bolsillo para comprar carne vacuna, los cupos de exportación que estén abiertos o la influencia inevitable del clima.
La gran sequía que afecta a muchos campos de cría en varias provincias, paradójicamente, parece ser el fenómeno que sostiene los niveles de ocupación actuales en los corrales, dado que muchos criadores e invernadores tienen que sacar su hacienda del campo porque no disponen de pasto para seguir sosteniendo la dieta de su hacienda.
En San Luis, la falta de lluvias no se ha hecho sentir como en otros lugares, y la leve recuperación del precio de los animales gordos que se evidenció en las últimas semanas parece dar un poco de aliento a los productores. Sin embargo, mientras esperan un mejor escenario, la calculadora no tiene respiro.
A sacar cuentas
El mayor gasto que un feedlotero debe contemplar a la hora de calcular su rentabilidad es, lógicamente, la adquisición del animal liviano que será engordado. Por eso, la diferencia entre el precio de compra de la invernada (por lo general terneros o vaquillonas) y la venta final del gordo es el principal factor para entender el momento del sector. Y desde hace unos meses, los animales terminados corren con desventaja en los principales mercados.
Es cierto, aclaró Storni, que en esta época del año siempre hay un declive habitual. Como todavía no arranca la zafra, la menor oferta de terneros hace que en las ferias se pague más por la hacienda liviana. Además el consumo interno de carne sufre una recaída por la gran cantidad de gente que sale del país durante sus vacaciones. Pero esta vez, esa diferencia en la relación compra/venta se ve agravada por el incremento de otros insumos.
El maíz, principal ingrediente de la dieta de todos los feedlot, aumentó entre un 30% y un 40% su valor desde el comienzo de diciembre hasta los últimos días de febrero, y pasó de un precio aproximado de $2.800 por tonelada hasta los $3.500 a los que ronda en la actualidad.
Los granos significan un 20% del costo total de la ración, "más allá de que el maíz puede ser reemplazado en menor o mayor medida por otras fuentes de energía, como es el caso de la incorporación de burlanda, que hace que disminuya la proporción del cereal. Pero sigue siendo un derivado del mismo cultivo", señaló el empresario.
Por lo que con los nuevos valores, el kilo de costo producido se ha incrementado un 15% en promedio, sin tener en cuenta los gastos financieros. Y aunque cada establecimiento maneja sus propios números, estiman que los gordos más livianos tienen un costo de producción de $30 pesos por cada kilo, mientras que en un animal pesado para la Cuota Nº 481 de exportación, por ejemplo, lo que debe invertir el feedlotero asciende a los $35 por kilo.
El precio del maíz ya venía en escalada desde que el gobierno nacional decidió quitar las retenciones a la exportación. Pero tuvo un despegue vertiginoso a finales de 2017, en consonancia con la fuerte sequía que azota a muchas partes del país y que redujo de manera considerable la cantidad de cosecha disponible. La ecuación que sigue es clara: a menor oferta, el precio aumenta. De modo que el clima tiene una doble incidencia en el negocio del feedlot y juega el papel de "enemigo" y "aliado" al mismo tiempo. La falta de lluvias empuja el valor del cereal y engrosa los costos del engorde, pero a su vez sostiene al sistema porque los criadores e invernadores no tienen más opción que alimentar su hacienda en los corrales.
La falta de lluvias tiene una doble incidencia: por un lado sostiene los niveles de ocupación de los feedlots, pero al mismo tiempo eleva el valor de los granos usados.
Pero el cereal no es el único insumo que incrementó su valor. Los combustibles, la energía eléctrica y los impuestos a la producción sufrieron más de un aumento a lo largo del año pasado, además de todos los productos de la canasta básica. "En todo 2016 tuvimos una inflación promedio del 25%, mientras que la variación del precio del gordo no superó el 16%", comparó Storni.
Todo eso paquete complicó aún más a un negocio que ya venía difícil por los costos de la reposición y la diferencia entre el precio de compra de terneros y venta de los animales de consumo. Si bien el precio de la hacienda varía mucho en las diferentes zonas del país e inciden factores como el peso y la calidad de los animales, los bovinos de 190 ó 200 kilos se están comprando entre $39 y $42 pesos aproximadamente, mientras que el novillo gordo ronda los $33, según los datos que ofrece el Mercado de Liniers. "Lo ideal sería que uno compre la invernada por debajo del valor del gordo, pero la situación es totalmente al revés", analizó.
El representante de la Cámara Argentina de Feedlot sostuvo que el análisis de la rentabilidad de las distintas categorías arroja "márgenes negativos" con los valores actuales. "Es de esperar que el gordo retome valor a partir de ahora, pero no se sabe cómo va a suceder. Lo que estuvimos viendo es que el sector tiene que ser profesional, analizar los números tal cual son y tomar decisiones en base a eso. Lo único que puede hacer el productor es saber hasta dónde puede comprar y hasta dónde no, o comprar sabiendo que asume el riesgo de un pérdida", aconsejó.
De todos modos, señaló, el sector engordador sigue firme a la espera una recuperación del precio de la hacienda terminada. Pero si bien en Argentina el consumo de carne vacuna es muy grande, no es muy probable que haya un incremento de la demanda interna. Son las exportaciones las que invitan a los productores a esperanzarse, aunque por ahora los mercados se abren a un ritmo "lento", según valoró Storni.
"Si logramos acelerar ese proceso, va a permitir que tengamos precios más estables en el mercado interno. Todavía hay mercados que faltan abrirse y algunos que ya se están trabajando, en un proceso que ha sido gradual. Necesitamos estar consolidados afuera para estabilizar precios adentro", afirmó.
Para el gerente, el cambio de gobierno nacional que sentó a Mauricio Macri en el sillón presidencial en 2015, "despertó expectativas muy grandes y hasta exageradas en la ganadería, y no todas fueron traducidas en resultados". Sin embargo, reconoció que hay una transformación del negocio en marcha, pero que es un proceso a largo plazo que todavía requiere de paciencia. "Hay temas que se están trabajando, como todo lo que es el control de ciertas distorsiones dentro de la cadena y algunos otras cuestiones importantes como el cambio de sistema de tipificación. que van a hacer que hablemos de calidad y no sólo de kilos o sexo de los animales", declaró.
Es cierto también, señaló Storni, que el clima no ha colaborado mucho en ese proceso.
"Han sido dos años con exceso de agua en algunos lados, incendios en otras partes, y ahora nos castiga la sequía", admitió.
A pesar de todo, las expectativas están intactas. "Hay cosas que creemos que deberían haber cambiado más, como el tema impositivo y la carga tributaria. El sector esperaba algún gesto más importante en ese sentido. Pero de todas formas, miramos hacia adelante. Esperamos que el crecimiento de la exportación sea sostenido y creemos en la capacidad de Argentina para producir las proteínas que está demandando el mundo", cerró.
La mirada local
Diego García es un productor mendocino que, junto a su familia, apostó a las tierras de San Luis para desarrollar su emprendimiento ganadero. Fue en la década de 1990 cuando comenzaron con la actividad de cría y recría. Pero desde hace unos seis años decidieron sumar un feedlot en tierras ubicadas a unos 15 kilómetros de Villa Mercedes, en un camino conocido como 'El Mollar'm que conecta la localidad con Liborio Luna.
Para García, la situación que atraviesan hoy los engordadores no es la mejor. "No sólo subió el maíz, subió todo: el dólar, el núcleo vitamínico, la burlanda, la soja que usamos para dar expeller. Tuvimos incrementos en todos los ingredientes, además de los impuestos nacionales y provinciales, que aumentaron muchísimo el año pasado", comenzó a describir.
Eso ha hecho que los números que manejan hoy sean "muy finos". Si bien en los últimos días, el gordo empezó a levantar un poco la cabeza y los precios de a poco empiezan a mejorar, el productor sabe que no pueden confiarse y deben intentar ser lo más eficientes posibles. "Lo que nos queda es tratar de armar las dietas con el menor costo a nuestro alcance. Mucho no podés disminuirlo, pero cuando lográs bajar un centavo en algún ingrediente, mejora la ecuación", contó.
Además del maíz, también aumentaron la burlanda, la soja, las vitaminas y otros insumos como la energía eléctrica, el combustible y los impuestos a la producción.
Por otro lado, dijo, no tienen más opción que ser pacientes y esperar que corran vientos mejores. "Se está hablando de que viene una suba. Esperemos que sea así y que siga subiendo. Otra no tenemos. Los clientes nuestros siguen apostando a tener hacienda encerrada", manifestó.
El establecimiento que tienen bajo el sello de la firma Servagrop tiene capacidad para recibir a 10.000 animales. Actualmente hay unas 7.000 cabezas en los corrales que reciben de terceros y a los que les brindan el servicio de 'hotelería'. La hacienda ingresa con un mínimo de 120 kilos en la balanza y salen con 320 ó más, en base a las que pretenda cada productor, con un promedio de ganancia diaria de casi un kilo. Los dueños pagan por la estadía de sus animales en el feedlot
Pero además de los vacunos de terceros, también tienen hacienda que ellos mismos crían en las tierras que adquirieron porque le veían "buena madera" a la provincia para la ganadería. "Siempre nos gustó San Luis para tener hacienda y cuando pudimos, nos instalamos", expresó.
Aunque la provincia no está tan complicada con la falta de lluvias como otros lugares del país, García opina que la seca continuará repercutiendo en los números de su negocio. Por un lado porque hará que la cosecha de granos sea más escasa y, por lo tanto, el precio siga subiendo. Pero también porque aunque pueda haber una mayor ocupación de los corrales, pueden sufrir la escasez de los ingredientes necesarios para armar las dietas para alimentar la hacienda. "Nosotros sabemos que todo tiene un límite, no podemos recibir animales de todos lados si después nos va faltar comida", aclaró.
De cualquier manera, como buen productor agropecuario, aseguró que no bajan los brazos. "La idea es seguir para adelante, esperemos que nos acompañe la economía del país", advirtió García.
Fuente: www.eldiariodelarepublica.com