Las existencias de ganado al otoño pasado habrían bajado un 1,55 por ciento con respecto a igual período de 2020, lo que significa una reducción interanual de 740 mil cabezas.
En una reciente reunión de entes de vacunación contra la Fiebre Aftosa, un técnico de Senasa mostró un cuadro con los resultados provisorios de la primera campaña de inoculación del 2021, terminada hace un par de meses, pero de la cual faltan contabilizar actas en algunas provincias.
Según estos datos, que comprenden las 15 provincias ganaderas más importantes y que reúnen el 98 por ciento del stock nacional, las existencias de ganado al otoño pasado habrían caído un 1,55 por ciento con respecto a igual período de 2020, lo que significa una caída interanual de 740 mil cabezas.
Esta baja, que se confirmará cuando se den a conocer los datos de manera oficial, difiere de los cálculos de stock ganadero del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca al 31 de diciembre del 2020, que revelaron una reducción del orden de las 940 mil cabezas.
De este modo, una faena prevista para este año de 13,1 millones de cabezas, en relación a un stock ganadero al inicio de año de 53,5 millones de cabezas, determinarían una tasa de extracción del 24,4 por ciento, casi idéntica a la tasa de equilibrio, mientras que si la lupa se posa solo en las vacas, la tasa de extracción se ubicaría apenas por encima de los niveles de equilibrio.
En el año 2005, antes del primer cierre de las exportaciones decidido por el kirchnerismo, la ganadería argentina producía genuinamente 3,1 millones de toneladas de carne vacuna, con una tendencia moderada al crecimiento en el stock y en la producción.
La liquidación ganadera posterior permitió llegar artificialmente en el 2009 a una producción de carne vacuna del orden de las 3,4 millones de toneladas. Pero terminada la fase de liquidación, la producción bajó a 2,5 millones de toneladas en el 2011, para a partir de ahí ir recuperándose hasta alcanzar las 3,2 millones de toneladas en el 2020.
Una parte de esta oferta fue a expensas del stock, que se redujo en un millón de cabezas el año pasado. Hoy la producción de carne vacuna "de equilibrio" es de tres millones de toneladas, 100 mil menos que 16 años atrás.
Mientras tanto, la población argentina ha crecido en unos 6,5 millones de habitantes y el mercado internacional aumentó en 3,8 millones de toneladas.
En este marco, un ejemplo virtuoso es lo ocurrido en Estados Unidos, que entre 1980 y 2020 pasó de un volumen de carne vacuna de 259 kilos a 396 kilos por vaca en stock, lo que implica un incremento del 53 por ciento. Y se estima que esta productividad continuará incrementándose este año y también el próximo.
En el caso de los cerdos, la productividad por animal de cría subió 151 por ciento en los últimos 40 años, y la producción por vaca lechera subió un 100 por ciento. Mientras el número de establecimientos con vacas de carne cayó 29,4 por ciento entre 1978 y 2017, el promedio de vientres por predio subió 27,7 por ciento.
En el mismo período, el número de establecimientos agropecuarios con cerdos cayó 87 por ciento, mientras que el tamaño promedio de las explotaciones porcinas subió 10 veces. En lechería, el número de tambos se redujo 83,6 por ciento, mientras que la producción promedio por tambo se quintuplicó.
En 2011, el 30 por ciento de los novillos calificaba como "Select", mientras que el "Prime", la máxima tipificación, representaba sólo el 3,5 por ciento de las reses. Ocho años después, el "Prime" es el 10 por ciento de los novillos faenados y el "Select" ha bajado a solo 15 por ciento.
Ignacio Iriarte (La Voz)