En este especial de Día del Padre, los productores Roberto y Eduardo Pugnaloni relatan la relación de su familia con el mundo del campo (Nota publicada originalmente el domingo 16 de junio de 2019)
Miguel Viñuales (ZonaCampo)
Las historias de cada familia vinculada al campo –como todas- son postales con sello propio, incomparables. Pero a la vez, en este ámbito tan especial de la vida rural, también hay puntos fuertes en común. Tradiciones, enseñanzas y vivencias transmitidas de padres a hijos, muchas veces cambian los detalles, pero el alma permanece.
Es el caso de Roberto (90) y Eduardo (58) Pugnaloni, dos generaciones diferentes, con una misma historia. Esta entrevista es el modesto homenaje de ZonaCampo a todos los padres que a diario se esfuerzan por mantener viva y pujante la actividad agropecuaria.
ZonaCampo: Roberto ¿cómo fue su vinculación con el campo?
Roberto Pugnaloni: Mi familia fue siempre de campo, mi padre y madre eran inmigrantes italianos, cuando llegaron se radicaron en el campo, mi abuelo también vino. Yo desde muy chico me compenetro mucho con el campo, me gusta mucho realmente, tanto la vaca como el tema del caballo. Después decidí estudiar veterinaria, y así fue como me involucré de lleno, trabajé durante siete años en trabajos muy buenos pero después tuve una caída. Dejé la profesión durante tres cuando me vine a Olavarría porque había conseguido un campo especial, y casi por casualidad se dio que solucioné un problema muy grave en la compañía de Fortabat, unas mortandades que venía gente de todos lados y no se solucionaban. Sin estar relacionado profesionalmente, le sugerí al mayordomo lo que tenía que hacer, y eso fue muy valorado por Fortabat, que era un apasionado de la ganadería, más allá de su actividad industrial. Después volvió a tener otro problema, también lo solucioné, y entonces me llamaron.
ZonaCampo: Tamaño salto, pasar de ser productor y haber dejado la profesión, a ser convocado por Fortabat como asesor.
Roberto Pugnaloni: Ellos traían todos los veterinarios de Buenos Aires, los profesionales locales solo estaban para llevarles los productos y poco más. Yo le dije que me sentía orgulloso, pero que no estaba para ir a llevar vacunas y ver cada tanto un animal, y le propuse asumir la responsabilidad de todo, quedando como asesor técnico y responsable de todo lo que pasaba en las 250 mil hectáreas de la compañía, indicando lo que había que hacer, y después había muchos veterinarios que hacían las tareas del día a día. Eso también me abrió las puertas a que me convocaran desde la Rural, para hacer las admisiones en Palermo, en lo cual estuve 50 años, recién este año pedí licencia porque ya estoy algo cansado, cosa que siento mucho porque me sentía muy a gusto. A los 25 años de estar allí me propusieron además ser árbitro cuando los veterinarios del equipo no se ponen de acuerdo para dar un diagnóstico.
ZonaCampo: ¿Cuándo se volcó de lleno a la actividad productiva privada?
Roberto Pugnaloni: Yo seguí en la compañía hasta el 76 en que falleció Fortabat, después todo cambió y dejé ese trabajo, y nuevamente la profesión de manera temprana, tenía 49 años. Seguí haciendo cosas puntuales, lo de Palermo, asesorando cabañas de amigos, pero me dediqué de lleno al campo, en el ´64 había comprado una fracción, y empecé a comprar lotes de 200, 300 has. El método era siempre el mismo, compraba un campo y lo poblaba, cuando me salía un campo vecino, vendía todas las vacas y lo compraba, y así fui reuniendo lo que tengo hoy en Muñoz, tuve la suerte que fueran saliendo campos pegados, y que incluyen la parte donde está el club y como yo les compré esas tierras, y sigo ayudando mucho, le terminaron poniendo mi nombre a la cancha de fútbol.
ZonaCampo: ¿A qué actividad se dedica hoy?
Roberto Pugnaloni: Soy criador, vendo el ternero al destete y me guardo alguna hembra para reposición, no hago engorde salvo el caso de las vacas viejas, vacías. El campo es muy bueno para cría de ternero, no se puede sembrar porque el laboreo es muy caro para lo que rinde. También tengo mis caballos criollos, con lo que comencé a través de mis cuñados, un día compré una yegua muy linda de pedigree y me entusiasmé, yo no conocía mucho y ellos me ayudaron, y he andando bastante bien, con primeros y segundos premios. Y otra cosa que sigo haciendo con mucho gusto, ya van 50 años también, es la actividad con la consignataria, con mi socio y amigo Omar García, somos representantes de A.J Mendizabal y no hemos tenido un ni un sí ni un no en todos estos años. Hemos trabajado mucho como veterinarios y haciendo negocios de hacienda, hoy es verdaderamente el alma del cuadro, el que lleva todo adelante.
ZonaCampo: Eduardo, escuchando hablar a su padre la verdad es que se contagia el entusiasmo. ¿Cómo arranca usted?
Eduardo Pugnaloni: Si bien en casa lo que se escuchó siempre fue el tema del campo, lo mío fue más bien de grande. Ya estaba recibido, trabajando en Buenos Aires, era abogado de la Cámara de Consignatarios de Ganado y eso me permitía contacto con gente de todo el país. Viajaba mucho, daba charlas, y eso me mostró otro costado del campo, todo lo que es la comercialización de hacienda, mercado, remates, y el régimen jurídico de arrendamientos, la parte laboral, impositiva. La falta de material jurídico de entonces, que hoy sigue siendo escasa, me hizo involucrar mucho con el campo llegando incluso a dar clases en la UBA de derecho agrario.
ZonaCampo: Como que lo estaba rodeando el tema por todos lados…
Eduardo Pugnaloni: Un día en un remate papá me dijo porqué no compraba un lote de vaquillonas de Don Virigilio, y así arranqué con mi primer rodeo de 50 vaquillonas caretas preñadas a los 27 años, año ´89. También se daba que tenía clientes de campo que me pagaban con hacienda, que antes era más sencillo eso, fui armando un lote que dejaba capitalizado en el campo de él, y empecé con el mismo proceso, acumular hacienda esperando que salga a la venta un pedacito de campo, y venderla toda para comprarlo, para arrancar de nuevo. Hoy tenemos 2.600 has todas juntas, en total con papá, siempre bajo su asesoramiento seguí comprando, evaluando negocios, la llegada de nuevos clientes, contratistas, consignatarios, me permitió ampliar la mirada. Cuando llegué al límite de la capacidad empecé a evaluar negocios asociativos, llevé hacienda capitalizada a una zona de Lamadrid y la verdad es que es una buena forma de seguir creciendo.
ZonaCampo: Cuando empezó estaba únicamente en el rol de hijo, ahora usted también es padre. ¿Cómo ve la continuidad del negocio en sus hijos?
Eduardo Pugnaloni: Como hijo, da mucha tranquilidad contar con un asesoramiento y el consejo como el que me puede dar papá, todas las decisiones importantes se las sigo consultando a él, tenemos algunas diferencias de criterio, yo le apunto más a cerrar el campo, a dejar la propia reposición más que a la compra de vacas, siempre dentro de la cría y la raza Aberdeen Angus negro, tratando de unificar. Y en cuanto a los chicos, si van a seguir o no, la misma dinámica de las cosas les va a ir mostrando que es un negocio interesante, que se puede llevar adelante aunque no se tenga una profesión vinculada al campo, ninguno hasta ahora ha elegido estudiar una carrera afín. Pero les hago ver que hay profesiones que te permiten desarrollar una doble actividad, y siempre buscando asesoramiento que es lo fundamental. De lo que no se sabe, hay que preguntar. Todavía seguimos esperando que lo se viene hablando desde hace 30 años del boom de la ganadería realmente explote.
ZonaCampo: Les agradecemos por su tiempo, les deseamos desde ZonaCampo que pasen un muy feliz día del padre. Una pregunta final, la misma para ambos. ¿Qué se siente trabajar en presencia del otro, durante todos estos años?
Roberto Pugnaloni: Yo no puedo ser muy parcial, les tengo tanto cariño a todos mis hijos y mis nietos que, cualquier cosa que hagan, mientras no se manden alguna barrabasada [risas], para mí está bien, me siento muy a gusto. Respecto del campo, me siento muy bien trabajando con ellos, acepto todas las sugerencias que me dan porque son jóvenes, tienen inquietudes que yo a mi edad ya no, solo busco mantener la producción y disfrutar de la vida de la consignataria de hacienda, con las reuniones, el tránsito de gente, las mateadas, chimentos. Eduardo trajo un cambio generacional con nuevas ideas, nosotros éramos muy antiguos en la manera de trabajar, algunas cosas no se pueden hacer pero siempre los escuchamos.
Eduardo Pugnaloni: Por mi parte, trabajo con una tranquilidad total porque tengo asesoramiento de primera mano, de manera permanente. Saber que el consejo es el adecuado, adaptado al campo que se tiene con sus limitantes. Desde lo personal, de a poco uno va involucrándose cuando ve que la cosa camina y se arma. Lo que él ha vivido de chico en el campo, con sus padres, con su profesión, le da una visión diferente de la mía, pero de esas visiones diferentes surge también un acercamiento, y se aprende a tomarlo con mucho gusto.