Un actor clave de la cadena propone negociar junto a los grandes exportadores una nueva oferta de carne en el mercado interno.
La cadena de la carne se mantiene en alerta desde que el Gobierno decidió suspender las exportaciones por 30 días, con la finalidad de reordenar un sector que muchas veces saca provecho de sus complejidades y al mismo tiempo sufre las consecuencias de serlo.
Es que dentro de la cadena existen varios jugadores con roles diferentes. Todo se inicia con los criadores, quienes comienzan con el negocio y buscan eficiencia en un esquema reproductivo que incremente el rodeo vacuno. Algunos de ellos en los últimos tiempos se transformaron en recriadores, es decir que buscaron avanzar en un eslabón más y comenzaron a agregarle kilos a un animal que luego sería alimentado a pasto o en un esquema de engorde a corral para su terminación. Al mismo tiempo, los criadores aprovecharon la demanda China de las vacas de descarte, que les permitió ser más eficientes y además hacer buenos negocios sin depender exclusivamente del precio del ternero.
Es que dentro de la cadena existen varios jugadores con roles diferentes. Todo se inicia con los criadores, quienes comienzan con el negocio y buscan eficiencia en un esquema reproductivo que incremente el rodeo vacuno. Algunos de ellos en los últimos tiempos se transformaron en recriadores, es decir que buscaron avanzar en un eslabón más y comenzaron a agregarle kilos a un animal que luego sería alimentado a pasto o en un esquema de engorde a corral para su terminación. Al mismo tiempo, los criadores aprovecharon la demanda China de las vacas de descarte, que les permitió ser más eficientes y además hacer buenos negocios sin depender exclusivamente del precio del ternero.
Mientras tanto, las urgencias mandan y la realidad indica que dos de los eslabones más fuertes del mercado interno tienen baja o nula rentabilidad. Uno de ellos es el feedlot, donde se engorda la hacienda, y cobra protagonismo porque implica al menos el 70% del abastecimiento local. Ese sector desde hace años padece un combo explosivo que contiene valores récord del ternero que se va a alimentar y altos precios del kilo de maíz para realizar el suplemento necesario para el engorde.
Roberto Guercetti, titular de Conecar, uno de los establecimientos de engorde más reconocidos del país, ubicado en Carcarañá (Santa Fe), aseguró que durante el último año "hubo un negocio financiero metido en una de las patas de la ganaderia, que es la compra de invernada". Mientras el precio del maíz, al inicio de la pandemia por cuestiones vinculadas el comercio internacional se mantuvo a niveles bajos, había un equilibrio pero cuando el cereal aumentó su precio fue imposible sostener el esquema productivo. Según el empresario, con las nuevas restricciones se genera un daño adicional ya que va a existir la misma oferta de animales pero con menos compradores de hacienda, la vaca -que se exporta a China casi en su totalidad- caerá en precio y eso perjudicará al criador, por lo tanto tendríamos menos animales.
Otro eslabón que asegura tener baja rentabilidad es el matarife. Según Ariel Morales Antón, matarife de la zona litoral del país, la rentabilidad el negocio esta atada a la cantidad de kilos que se consumen en el mercado interno, por lo tanto si el poder adquisitivo se erosiona, toda la cadena se resiente. El empresario aseguró que "hoy la rentabilidad es de un 2 o 3% cuando debería ser de un 15%, pero si tuviéramos que aplicar ese margen, cualquier corte superaría los mil pesos en el mostrador".
Los matarifes, que compran hacienda y faenan en frigoríficos de terceros, este año comenzaron a jugar con mayor presencia en el negocio exportador que hasta hace poco era manejado por el Consorcio de Exportadores ABC. Ese mismo consorcio es el que acordó con el gobierno el cupo de 8 mil toneladas de carne para el mercado interno y además una serie de medidas que dejarían afuera a los matarifes en la exportación. Ahora, son ellos los que quieren comenzar a interactuar con el gobierno y proponen una mayor inyección de carne para el consumo local y al mismo tiempo ofrecen su estructura para llegar a las carnicerías o autoservicios ubicadas en los barrios donde la carne a precios populares no llega.
Más allá de lo que puedan proponer desde la ganadería, el gobierno esta convencido de la necesidad de avanzar con más regulaciones, que podrían llegar vía mayores derechos de exportación a la carne vacuna o con acuerdos de abastecimiento de maíz con precios diferenciales que permitan que bajen los costos de producción para el mercado doméstico.