En esta colaboración especial, Luciana Pedernera nos presenta el sentir profundo de Micaela Cosentino, otra de las mujeres que hacen de nuestro campo lo que es.
Luciana Pedernera, para ZonaCampo
Micaela Cosentino, es una mujer rural que abraza en sus pensamientos y en su despertar el campo. Con palabras plagadas en orgullo que "En la actualidad el campo sigue siendo mí lugar y espacio preferido. No lo cambio por nada". Micaela, nació en Olavarría, pero es nativa de Espigas. Pueblo que la cobijo toda su vida, el lugar donde se crio, de este modo lo define ella.
"Viví toda la vida en el campo, cerca del pueblo siempre por el tema de la escuela". El campo le gusta, porque dice que allí uno puede sentirse libre, además de que "un poco también porque tiene que ver mucho con mis raíces, mi familia viene toda del mismo palo. Tuve siempre influencias para que me apasione, lo que agradezco con todo mí ser".
A Micaela el campo le brinda momentos inolvidables y la llena de aprendizajes, la conecta con los animales algo que detalla como maravilloso y en su quehacer le ha permitido conectar con gente a la que define con "mucha bondad, solidaridad, honestidad. Cosa que es difícil de encontrar hoy en día". Hoy es una mujer que describe su infancia y adolescencia en el sector rural como fantástica "siempreviva en contacto con la naturaleza y el poder experimentar".
Actualmente Micaela, estudia el profesorado de filosofía en Olavarría, pero debido a la situación que estamos atravesando por la pandemia de coronavirus, hoy acompaña a su pareja en el campo –una chacra a 5 kilómetros de Bolívar-. Allí él presta servicio de hotelería de engorde de animales para faena y practica doma caballos, "la actividad que más me gusta" dice ella. Igualmente, esto no la aleja de su lugar, el campo donde viven sus padres, a donde a veces va de visita y aprovecha para compartir actividades con su padre "lo toda la vida amé hacer".
- ¿Por qué elegiste estudiar filosofía?
- Es una pregunta muy interesante, que me la planteo cada día. La filosofía como disciplina para la vida, me ha enseñado muchísimo. He sabido implementar sus enseñanzas en la vida, en lo cotidiano.
Su amor por la carrera que eligió para hacer de ella el trabajo de su vida surge involuntariamente, habla y define a la filosofía con pasión, aunque sabe que llego allí porque todo lo que la rodea le provoca curiosidad. Al terminar la secundaria quienes acompañan su camino de crecimiento la imaginaban estudiando veterinaria, o alguna especialización que tenga que ver con el campo "porque vivía con los animales, trabajando y aprendiendo con mi padre". Pero a ella le hacían "ruido" otras cosas. La filosofía es una carrera dirigida a los sentimientos, dice que "Amo y no me arrepiento de haber aprendido tanto de ella, y seguir haciéndolo. Agradezco profundamente haber tenido la oportunidad".
En este contexto comenta que "la filosofía viene con mucha incertidumbre a la vida de las personas, las viene a descolocar y deconstruir, y creo que eso a las personas del campo (incluso mí familia y al rededor), les hace falta". Plantea esto argumentando que "es para repreguntarse cada día, si la manera en que vive el hombre y la mujer es justa, o correcta, tanto para los empleados del campo como para los propietarios. He tenido varias discusiones acerca del tema muchos de esos miembros. Discusiones que dejan tecleando, pensando y reviendo situaciones". Micaela, aclara que "habló desde mis humildes saberes. Hay mucha gente que sabe a lo que me refiero y seguro tenga mucho más para decir. Mis aprendizajes son éstos, los que he plasmado. Seguro hay mucho más por aprender, y estoy abierta siempre a todo aporte que sea positivo".
De todas maneras, lo que más la acerca desde la filosofía al campo, es la doma de caballos, actividad que tuvo oportunidad de aprender mucho y que es reconocida como doma racional, manifiesta que "es una doma en donde te encontrás con el animal, cara a cara tratando de aprender ambos de cada uno. Sin golpes, ni gritos, ni dolores. Sólo pensando en la manera que uno se puede acercar al caballo sin molestarlo, sólo con el fin de que entienda cuáles son mis intenciones, y que aprenda de mí tanto como uno de él". Señala que esto lo aprendió con el paso del tiempo y paso a paso confesando que es una actividad que siempre la termina llevando a la filosofía, a sus saberes y también a las preguntas que le plantea. Confiesa que "nunca llegué a montar un potro con éste trabajo previo, pero es mí próximo objetivo. Y sé que con los aprendizajes que me ha dado la filosofía, principalmente de ser paciente y pensar en lo que uno quiere hacer, lo voy a lograr".
Sus días en el campo la hacen transitar por muchos momentos a los que entiendes desde las emociones y la nostalgia. Emociones porque puede poner en valor lo agradable que es despertar y escuchar los pájaros cantar y poder ver como revolotean desde la ventana de su cuarto y, además,la aparición del solque viene asomando desde una distancia inalcanzable. Habla de que"no existen edificios ni ruidos de motos pasando a 60 km por hora a las 8 de la mañana. Con esa sensación me despierto cada día". Y finalmente nostalgia, "por las personas que no conocen éstos sentimientos. Apuesto que cualquier persona del mundo se enamoraría del campo, sabiéndolo sentir, disfrutar", en un aire de profunda felicidad completa cada una de sus frases
En todo este contexto de una mujer rural, con absoluta libertad, Micaela es mamá de Sara. Sara llego hace muy poco tiempo a su vida, poco más de un año, pero ella asegura que "mis días son el 70% del tiempo afuera, ya que a mí hija le encanta estar allí, con los animales, afuera, experimentando". Entre risas de complicidad completa, "Me hace acordar mucho a mí, y bien hija mía es, que ama tanto la naturaleza como yo". Sarita, como ella le dice, esta tras sus pasos a tiempo completo, acompañando y aprendiendo siempre, algo nuevo "además de las travesuras".
Sobre su piel, en el rol de mamá, expresa su felicidad y orgullo por poder brindarle a Sarita "los simples sentimientos que te da el campo. En cuanto a aprendizajes, enseñanzas, valores, cultura. Y la libertad con la que convivimos, el aire que respiramos". Indica que su pequeña a pesar de la edad que tiene prefiere "mil veces el campo", ella por sus estudios pasa mucho tiempo viviendo en Olavarría y Sara es su compañía, pero "no la pasa bien, tengo que hacer malabares para que sonría y salir a la vereda a encontrarse con algún perrito es la actividad que más espera del día. Así que cuando llega el finde semana que nos venimos al campo, imagínate con la felicidad que viaja y llega".
En el camino de la sonrisa, los pasos de la libertad y la magia de inculcar sentimientos Micaela, sonríe motivada y suelta "El campo es la obra de arte más hermosa que existe".