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Molinería: pasado, presente y futuro

Arnaldo Bintana analiza la situación actual de la actividad, los elementos que inciden y los pasos a dar en busca de sostenibilidad  

Miguel Viñuales (ZonaCampo)  

La molinería es una industria con particularidades, en la cual se puede pasar de ciclos de alta rentabilidad y excelente oportunidades de negocio, a momentos no tan breves como se deseara, en que tanto las mega empresas como los molinos de pueblo están al borde de la quiebra.


Arnaldo Bintana, gerente de Molino Olavarría S.A. contó a ZonaCampo los movimientos que ha visto a lo largo de sus 20 años de experiencia en el sector, y los cambios que han tenido que implementar las empresas del sector para aprovechar los momentos buenos, trasladarlos a los malos, y la necesidad de reinventarse permanentemente para seguir adelante.


ZonaCampo: ¿Cómo es la situación actual de la molinería en el país?
Arnaldo Bintana: Siempre hubo tres grandes sectores, uno de las grandes empresas como Cañuelas o Lagomarsino, donde hasta el año pasado también estaba Cargill, que ocupa aproximadamente el 40% de la molienda sobre un total de 5 millones de toneladas de trigo por años. Hoy quedaron solo dos grupos, ya que Cañuelas compró a Cargill. El segmento intermedio está compuesto por unas 25 empresas de molinos medianos, y finalmente un gran grupo de molinos pequeños, en el cual estamos nosotros


ZonaCampo: Es decir, una empresa de la importancia como la que usted gerencia es considerada pequeña
Arnaldo Bintana: Repartidos en las principales provincias, que son Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, La Pampa, podemos decir que hay un molino por pueblo, en la pampa húmeda es posible decir que en cada ciudad hay un molino. En este tercer grupo somos unas 160/180 empresas.


ZonaCampo: Estando tan atomizado, ¿hay lugar para todos en el mercado?
Arnaldo Bintana: La molinería atraviesa dificultades particulares, en Argentina, por ejemplo muchas veces hemos tenido que vender a valores menores al costo, es decir, funcionar a pérdida, incluso en el mercado interno. En ciertos casos, como fue hasta hace muy poco, los precios los marcan las grandes empresas, en el caso de Cañuelas tenía una deuda muy grande y se vendía por debajo de los costos de producción, lo cual nos arrastró a los chicos también.


ZonaCampo: ¿Qué rol juega la exportación en casos como este?
Arnaldo Bintana: La exportación generalmente se planifica como algo marginal, es decir, colmada la capacidad de venta que uno tiene, el excedente se vende al exterior. El precio de exportación siempre es más bajo que el del mercado interno, a veces no se toma real dimensión de esto, nos miran y dicen "exportan", pero solo es posible con el excedente.


ZonaCampo: ¿En el resto del mundo es así también?
Arnaldo Bintana: La molinería en general, a nivel global, tiene la característica de que la capacidad instalada es muy superior al consumo interno que se tiene, pero suele haber control sobre la cuota de molienda de cada empresa. Acá eso no sucede, lo cual da lugar a fuertes vaivenes, el año pasado hubo un intento de congelar las cuotas, porque la falta de control nos deja en ese lugar de ultracompetitividad donde la harina se termina vendiendo a menos del costo. Porque el consumo está determinado por la cantidad de habitantes, es una demanda que incluso en buenos momentos económicos, baja, porque la gente consume menos harinas.



"Creo que lo que falta realmente es compromiso empresario, no pensar solamente en lo que vamos a pedirle al gobierno, si queremos algo a futuro, corto o mediano plazo, tenemos que hablar otro lenguaje"  


ZonaCampo: ¿Congelar las cuotas es la solución a este tema?
Arnaldo Bintana: Creo que tendría que haber un equilibrio, no algo demasiado rígido para que el que tenga una cuota haga lo que quiera, pero si un control porque el consumo en el mercado interno es más o menos estable y previsible, pero la molienda crece en proporciones astronómicas año a año. Entonces aparecen estas situaciones de inestabilidad, donde factores como menor oferta de trigo o tipo de cambio favorable alimenta ciclos buenos, aparecen nuevos molinos o aumenta la molienda de los que ya están, y luego cambian los factores y todo eso termina en ciclos negativos para las empresas, que cierran, se ponen en venta, quiebran. Es decir, cuando termina el ciclo bueno, te encontrás en un lugar mucho peor en que estabas parado antes.


ZonaCampo: ¿Qué otros elementos considera que hacen falta para dar al sector la estabilidad que necesita a futuro?
Arnaldo Bintana: Podemos hablar de controlar, normalizar varias cosas. Hay proyectos en marcha impulsados en forma conjunta por el gobierno y la Federación Molinera, que incluyen instalación de cámaras, caudalímetros, remito electrónico similar a la carta de porte del cereal. Hay varias medidas que creo que van a cambiar la molinería, a reducir la informalidad, incluyendo lo de congelar las cuotas, para dar previsibilidad.


ZonaCampo: Ante todo le agradecemos por recibirnos, y una última pregunta. Desde el sector privado, qué aporte considera deben hacer las empresas para apuntalar esto
Arnaldo Bintana: Las empresas que han podido llegar hasta hoy, entre ellas la nuestra, lo han hecho gracias a la capacidad de reinventarse, de encontrar salidas, alternativas productivas, como en nuestro caso es la harina y el alpiste para Brasil. Pero creo que lo que falta realmente es compromiso empresario, no pensar solamente en lo que vamos a pedirle al gobierno, si queremos algo a futuro, corto o mediano plazo, tenemos que hablar otro lenguaje. Empezar por analizar y coordinar todos los sectores de la cadena de valor, sentarse, trabajar en conjunto. Modernizarse, certificar normas básicas de calidad, seguridad, etc. Todo eso exige inversión por parte de las empresas, que lógicamente necesitan sentirse protegidas, pero no es solo pedir, en algún momento hay que sentarse y coordinar esfuerzos, porque si no, no vamos a llegar a ningún lado. 



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ZonaCampo: ¿Cómo es la situación actual de la molinería en el país?
Arnaldo Bintana: Siempre hubo tres grandes sectores, uno de las grandes empresas como Cañuelas o Lagomarsino, donde hasta el año pasado también estaba Cargill, que ocupa aproximadamente el 40% de la molienda sobre un total de 5 millones de toneladas de trigo por años. Hoy quedaron solo dos grupos, ya que Cañuelas compró a Cargill. El segmento intermedio está compuesto por unas 25 empresas de molinos medianos, y finalmente un gran grupo de molinos pequeños, en el cual estamos nosotros


ZonaCampo: Es decir, una empresa de la importancia como la que usted gerencia es considerada pequeña
Arnaldo Bintana: Repartidos en las principales provincias, que son Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, La Pampa, podemos decir que hay un molino por pueblo, en la pampa húmeda es posible decir que en cada ciudad hay un molino. En este tercer grupo somos unas 160/180 empresas.


ZonaCampo: Estando tan atomizado, ¿hay lugar para todos en el mercado?
Arnaldo Bintana: La molinería atraviesa dificultades particulares, en Argentina, por ejemplo muchas veces hemos tenido que vender a valores menores al costo, es decir, funcionar a pérdida, incluso en el mercado interno. En ciertos casos, como fue hasta hace muy poco, los precios los marcan las grandes empresas, en el caso de Cañuelas tenía una deuda muy grande y se vendía por debajo de los costos de producción, lo cual nos arrastró a los chicos también.


ZonaCampo: ¿Qué rol juega la exportación en casos como este?
Arnaldo Bintana: La exportación generalmente se planifica como algo marginal, es decir, colmada la capacidad de venta que uno tiene, el excedente se vende al exterior. El precio de exportación siempre es más bajo que el del mercado interno, a veces no se toma real dimensión de esto, nos miran y dicen "exportan", pero solo es posible con el excedente.


ZonaCampo: ¿En el resto del mundo es así también?
Arnaldo Bintana: La molinería en general, a nivel global, tiene la característica de que la capacidad instalada es muy superior al consumo interno que se tiene, pero suele haber control sobre la cuota de molienda de cada empresa. Acá eso no sucede, lo cual da lugar a fuertes vaivenes, el año pasado hubo un intento de congelar las cuotas, porque la falta de control nos deja en ese lugar de ultracompetitividad donde la harina se termina vendiendo a menos del costo. Porque el consumo está determinado por la cantidad de habitantes, es una demanda que incluso en buenos momentos económicos, baja, porque la gente consume menos harinas.



"Creo que lo que falta realmente es compromiso empresario, no pensar solamente en lo que vamos a pedirle al gobierno, si queremos algo a futuro, corto o mediano plazo, tenemos que hablar otro lenguaje"  


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Arnaldo Bintana: Creo que tendría que haber un equilibrio, no algo demasiado rígido para que el que tenga una cuota haga lo que quiera, pero si un control porque el consumo en el mercado interno es más o menos estable y previsible, pero la molienda crece en proporciones astronómicas año a año. Entonces aparecen estas situaciones de inestabilidad, donde factores como menor oferta de trigo o tipo de cambio favorable alimenta ciclos buenos, aparecen nuevos molinos o aumenta la molienda de los que ya están, y luego cambian los factores y todo eso termina en ciclos negativos para las empresas, que cierran, se ponen en venta, quiebran. Es decir, cuando termina el ciclo bueno, te encontrás en un lugar mucho peor en que estabas parado antes.


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Arnaldo Bintana: Podemos hablar de controlar, normalizar varias cosas. Hay proyectos en marcha impulsados en forma conjunta por el gobierno y la Federación Molinera, que incluyen instalación de cámaras, caudalímetros, remito electrónico similar a la carta de porte del cereal. Hay varias medidas que creo que van a cambiar la molinería, a reducir la informalidad, incluyendo lo de congelar las cuotas, para dar previsibilidad.


ZonaCampo: Ante todo le agradecemos por recibirnos, y una última pregunta. Desde el sector privado, qué aporte considera deben hacer las empresas para apuntalar esto
Arnaldo Bintana: Las empresas que han podido llegar hasta hoy, entre ellas la nuestra, lo han hecho gracias a la capacidad de reinventarse, de encontrar salidas, alternativas productivas, como en nuestro caso es la harina y el alpiste para Brasil. Pero creo que lo que falta realmente es compromiso empresario, no pensar solamente en lo que vamos a pedirle al gobierno, si queremos algo a futuro, corto o mediano plazo, tenemos que hablar otro lenguaje. Empezar por analizar y coordinar todos los sectores de la cadena de valor, sentarse, trabajar en conjunto. Modernizarse, certificar normas básicas de calidad, seguridad, etc. Todo eso exige inversión por parte de las empresas, que lógicamente necesitan sentirse protegidas, pero no es solo pedir, en algún momento hay que sentarse y coordinar esfuerzos, porque si no, no vamos a llegar a ningún lado. 



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