Parasitosis en bovinos: establecer tratamientos con fundamento
Causa de graves pérdidas económicas y productivas, el abordaje sanitario requiere de diagnóstico previo y seguimiento. El MV Martín Schang de Laboratorio Vetanco SA nos cuenta cómo hacerlo.
La toma de conciencia de los productores respecto del control racional de parasitosis ha ido en aumento. Lejos han quedado los tiempos en que "una ivermectina controlaba", y de a poco va quedando atrás también la idea de "pérdidas subclínicas". El impacto de la parasitosis es perfectamente conocido en la actualidad, y las pérdidas económicas y productivas han sido evaluadas con toda exactitud.
"Los parásitos gastrointestinales generan múltiples trastornos digestivos y metabólicos en los animales que resultan en una baja productividad; principalmente una menor ganancia de peso (30-60 Kg.) en los terneros de invernada debido, en gran parte, a su falta de inmunidad, pudiendo haber mortandad de animales del 1-2%, o superior", explicó a ZonaCampo.com.ar el médico veterinario Martín Schang, asesor técnico línea Rumiantes de Laboratorio Vetanco S.A.
Según Schang, en la recría de vaquillonas de reposición el efecto de los parásitos sobre la ganancia de peso es similar, e incluso las vaquillonas preservicio parasitadas presentan al tacto un menor desarrollo de los órganos genitales y falta de madurez sexual que las hace no aptas para el servicio.
"El mayor impacto se produce en los meses otoño con las primeras lluvias, invierno y principios de la primavera, debido a que el clima es favorable para el desarrollo y supervivencia de las larvas, y la baja disponibilidad de pasto hace que los terneros deban buscar el alimento más cerca de las bostas. Durante el verano la infectividad de las pasturas se reduce por acción de las altas temperaturas y la sequía, que destruyen la gran mayoría de las larvas infectivas presentes en el forraje. Si no tomamos medidas pertinentes, las pérdidas de peso en verano ocasionadas por la Ostertagiasis tipo II pueden ser severas, haciendo de la parasitosis gastrointestinal un problema anual", aseguró el profesional.
Shang enfatizó que "los métodos de control parasitario deben tener en cuenta varios aspectos que involucran la infectividad de las pasturas, la categoría animal, el historial de tratamientos utilizados incluyendo los principios activos y su poder residual y, por último, pero no menos importante la identificación del género parasitario que predomine en el establecimiento".
"Para esto, el profesional veterinario deberá combinar técnicas diagnósticas como los conteos de huevos (HPG) y larvas en pasto, revisar el historial de uso de drogas antiparasitarias para poder establecer las estrategias de manejo y tratamiento efectivo para cada situación. Dado que en la actualidad no se cuenta con nuevas drogas en el mercado, debemos priorizar la sustentabilidad de los principios activos que hoy tenemos, usándolos de forma racional para minimizar las pérdidas de producción que provocan estos parásitos" subrayó.
Según el entrevistado, para lograr la disminución de la infectividad de las pasturas existen múltiples estrategias como el descanso de las mismas, el laboreo, la desparasitación de los animales antes de entrar a una pastura nueva o verdeo, pastoreo alternado con animales adultos aprovechando su mayor inmunidad, o con otras especies fundamentado en la baja transmisión cruzada, entre otras.
"Por su practicidad y eficacia, se ha observado un uso extensivo de productos antiparasitarios, principalmente lactonas macrocíclicas (Ivermectina, Doramectina) para el control no solo de parásitos internos, sino también de parásitos externos (insectos productores de miasis, ácaros de sarna y garrapatas). Seguido por los benzimidazoles (principalmente Ricobendazol) e Imidazothaizoles (Levamisol) solo para nematodes gastrointestinales".
Shang también apuntó que la disminución en el precio de estas drogas dada por la aparición de productos genéricos, entre otras causas, acarreó un aumento en su aplicación. Muchas veces sin fundamento o indicación profesional, se realizan tratamientos sistemáticos sin tener en cuenta el intervalo mínimo entre los tratamientos de acuerdo al poder residual del producto utilizado, sumado al desconocimiento del ciclo biológico del parasito (las hembras tardan 21 días en iniciar la eliminación de huevos en materia fecal), o grado de infectividad de la pastura, dando como resultado una mayor presión de selección sobre las poblaciones parasitarias favoreciendo así la aparición del fenómeno de resistencia. En nuestro país, los primeros hallazgos de nematodes bovinos resistentes a los antihelmínticos fueron informados en forma casi simultánea durante el segundo semestre del 2000 en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires (Anziani et al, 2001; Fiel et al, 2001a).
"Con el correr de los años los casos documentados fueron en incremento, incluyendo a distintos géneros parasitarios y diferentes grupos de drogas, limitando las opciones para un tratamiento efectivo y obligando a recurrir a estrategias alternativas de más trabajo y que aumentan los costos sin garantizar el éxito. Es por esto que debemos tomar conciencia antes de establecer un plan de tratamiento, basándonos en el diagnostico individual de cada establecimiento", afirmó.
En cuanto al fenómeno de resistencia, Schang mencionó que el método más utilizado para detectarla en relación a nematodes sigue siendo el test de reducción del conteo de huevos (TRCH), el cual compara los valores del H.P.G. antes y luego del tratamiento. En forma complementaria, este test requiere del cultivo de larvas en las muestras pre y post tratamiento para determinar la participación relativa de cada género parasitario.
El veterinario hizo hincapié en que, completando esta estrategia de diagnóstico, deben formarse tres grupos homogéneos de animales y tratar cada grupo con uno de los antiparasitarios especificados previamente, y así evaluar su eficacia. Una vez llegado al resultado podrá determinarse qué droga antiparasitaria no está siendo efectiva en el control y cual sí, estableciendo una rotación de principios activos que logren controlar el problema y favorezcan la vida útil de los productos.
"Teniendo en cuenta lo complejo de lo antes expuesto, es imprescindible contar con el asesoramiento de un profesional veterinario a la hora de establecer un tratamiento antiparasitario. La aplicación de drogas antihelmínticas debe estar acompañada de un diagnóstico previo y combinado con medidas de manejo inclinadas a un control integrado y a la preservación de los principios activos que tenemos disponibles", concluyó el especialista.
“La fina viene muy bien pero para que se concrete en los rindes es clave el monitoreo continuo”
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"Los parásitos gastrointestinales generan múltiples trastornos digestivos y metabólicos en los animales que resultan en una baja productividad; principalmente una menor ganancia de peso (30-60 Kg.) en los terneros de invernada debido, en gran parte, a su falta de inmunidad, pudiendo haber mortandad de animales del 1-2%, o superior", explicó a ZonaCampo.com.ar el médico veterinario Martín Schang, asesor técnico línea Rumiantes de Laboratorio Vetanco S.A.
Según Schang, en la recría de vaquillonas de reposición el efecto de los parásitos sobre la ganancia de peso es similar, e incluso las vaquillonas preservicio parasitadas presentan al tacto un menor desarrollo de los órganos genitales y falta de madurez sexual que las hace no aptas para el servicio.
"El mayor impacto se produce en los meses otoño con las primeras lluvias, invierno y principios de la primavera, debido a que el clima es favorable para el desarrollo y supervivencia de las larvas, y la baja disponibilidad de pasto hace que los terneros deban buscar el alimento más cerca de las bostas. Durante el verano la infectividad de las pasturas se reduce por acción de las altas temperaturas y la sequía, que destruyen la gran mayoría de las larvas infectivas presentes en el forraje. Si no tomamos medidas pertinentes, las pérdidas de peso en verano ocasionadas por la Ostertagiasis tipo II pueden ser severas, haciendo de la parasitosis gastrointestinal un problema anual", aseguró el profesional.
Shang enfatizó que "los métodos de control parasitario deben tener en cuenta varios aspectos que involucran la infectividad de las pasturas, la categoría animal, el historial de tratamientos utilizados incluyendo los principios activos y su poder residual y, por último, pero no menos importante la identificación del género parasitario que predomine en el establecimiento".
"Para esto, el profesional veterinario deberá combinar técnicas diagnósticas como los conteos de huevos (HPG) y larvas en pasto, revisar el historial de uso de drogas antiparasitarias para poder establecer las estrategias de manejo y tratamiento efectivo para cada situación. Dado que en la actualidad no se cuenta con nuevas drogas en el mercado, debemos priorizar la sustentabilidad de los principios activos que hoy tenemos, usándolos de forma racional para minimizar las pérdidas de producción que provocan estos parásitos" subrayó.
Según el entrevistado, para lograr la disminución de la infectividad de las pasturas existen múltiples estrategias como el descanso de las mismas, el laboreo, la desparasitación de los animales antes de entrar a una pastura nueva o verdeo, pastoreo alternado con animales adultos aprovechando su mayor inmunidad, o con otras especies fundamentado en la baja transmisión cruzada, entre otras.
"Por su practicidad y eficacia, se ha observado un uso extensivo de productos antiparasitarios, principalmente lactonas macrocíclicas (Ivermectina, Doramectina) para el control no solo de parásitos internos, sino también de parásitos externos (insectos productores de miasis, ácaros de sarna y garrapatas). Seguido por los benzimidazoles (principalmente Ricobendazol) e Imidazothaizoles (Levamisol) solo para nematodes gastrointestinales".
Shang también apuntó que la disminución en el precio de estas drogas dada por la aparición de productos genéricos, entre otras causas, acarreó un aumento en su aplicación. Muchas veces sin fundamento o indicación profesional, se realizan tratamientos sistemáticos sin tener en cuenta el intervalo mínimo entre los tratamientos de acuerdo al poder residual del producto utilizado, sumado al desconocimiento del ciclo biológico del parasito (las hembras tardan 21 días en iniciar la eliminación de huevos en materia fecal), o grado de infectividad de la pastura, dando como resultado una mayor presión de selección sobre las poblaciones parasitarias favoreciendo así la aparición del fenómeno de resistencia. En nuestro país, los primeros hallazgos de nematodes bovinos resistentes a los antihelmínticos fueron informados en forma casi simultánea durante el segundo semestre del 2000 en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires (Anziani et al, 2001; Fiel et al, 2001a).
"Con el correr de los años los casos documentados fueron en incremento, incluyendo a distintos géneros parasitarios y diferentes grupos de drogas, limitando las opciones para un tratamiento efectivo y obligando a recurrir a estrategias alternativas de más trabajo y que aumentan los costos sin garantizar el éxito. Es por esto que debemos tomar conciencia antes de establecer un plan de tratamiento, basándonos en el diagnostico individual de cada establecimiento", afirmó.
En cuanto al fenómeno de resistencia, Schang mencionó que el método más utilizado para detectarla en relación a nematodes sigue siendo el test de reducción del conteo de huevos (TRCH), el cual compara los valores del H.P.G. antes y luego del tratamiento. En forma complementaria, este test requiere del cultivo de larvas en las muestras pre y post tratamiento para determinar la participación relativa de cada género parasitario.
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"Teniendo en cuenta lo complejo de lo antes expuesto, es imprescindible contar con el asesoramiento de un profesional veterinario a la hora de establecer un tratamiento antiparasitario. La aplicación de drogas antihelmínticas debe estar acompañada de un diagnóstico previo y combinado con medidas de manejo inclinadas a un control integrado y a la preservación de los principios activos que tenemos disponibles", concluyó el especialista.
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