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“La mejor alternativa que tenemos es ser más eficientes tranqueras adentro”

La disminución de emisiones de GEI durante la cuarentena global reavivó el debate sobre el rol ambiental de la ganadería. El desafío que tenemos delante, según Paulo Recavarren.  

Miguel Viñuales (ZonaCampo

Todos hemos visto, en alguna publicación u otra, esos mapas satelitales que reflejan el descenso de la contaminación, la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) o el calentamiento, debido al cese de la actividad humana durante esta cuarentena global.  Y como contracara -queda de manifiesto en la imagen incluida más abajo-, el regreso a la actividad en China disparó nuevamente las emisiones.


Desde el punto de vista del sector productivo agropecuario, estas publicaciones nos la "dejaron picando en la puerta del área", sobre todo por la ganadería, actividad a la cual muchos sectores ambientalistas atribuyen responsabilidad por el calentamiento global debido a las emisiones de metano.


ZonaCampo ha tratado varias veces esta temática, mediante informes especiales (pueden verse ingresando en estos links: primer informe, segundo informe) y entrevistas, y siempre tratamos de hacerlo con seriedad, buscando ir más a fondo de lo que se publica en los medios del sector, que a veces oscila sin escalas entre el rigor científico y las fakenews. 


Por este motivo, entrevistamos al ingeniero agrónomo Paulo Recavarren, que integra un equipo de investigación sobre el tema junto a reconocidos técnicos de la EEA INTA Balcarce, a fin de tener una perspectiva más amplia, y a la vez, más precisa.


"En principio, uno podría considerar como cierta, y razonable además, la disminución de las emisiones cuando en casos como este, se para el mundo. Podemos encontrar antecedentes en crisis económicas, o crisis del petróleo. Creo que, desde que hay información satelital, es la primera que tiene que ver con una pandemia y la salud humana, no deja de ser novedoso", enmarcó Recavarren. "Hubiera estado bueno tener la información de que pasó con las emisiones o cuanto cayeron en Argentina cuando perdimos el 30% del stock ganadero allá por 2008-2009, ese fue un "experimento inesperado".


"Más allá de esto, creo que aprovechar la situación para decir que, frente a la disminución las vacas no tienen nada que ver con el problema, no tiene mucho asidero. Si podemos reconocer, y en algunos de los artículos que andan dando vuelta está, que las estimaciones que se hicieron entre 2006 y 2008 sobre la responsabilidad de la ganadería vacuna fueron sobredimensionadas, y en algunos casos no se interpretó el contexto. Por ejemplo, es distinto el impacto de la ganadería en las emisiones en Argentina, que en Japón donde hay proporcionalmente más industria, más transporte, más densidad de población, etc.", agregó. 


El tema que estamos tratando estuvo en boga hace algunos meses, cuando la activista ambiental Greta Thunberg apuntó sus misiles contra la producción extensiva Argentina, mediante comentarios que –luego de que los medios consultaran a especialistas, tal y como hicimos nosotros en su momento- resultan totalmente sacados de contextos y basados en información sesgada.


​El antes, durante y después de la cuarentena  en China. Las imágenes satelitales muestran cómo la concentración de GEI disminuyó drásticamente durante el cese de actividades humanas, para volver a dispararse cuando se habilitaron nuevamente.


En este sentido, Recavarren expresó que una de las cosas a cuestionar son los modelos que se utilizan para generar información. "Son fórmulas complejas, sistemas informáticos de simulación que a veces no tienen mucho que ver con las realidades de los sistemas productivos. Por ejemplo, el modelo de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) que se utiliza para realizar distintos estudios y que toda la bibliografía recoge, sobreestima a la ganadería pastoril como la que se realiza en Argentina y Uruguay, porque asume cuestiones en el sistema productivo que suceden en países desarrollados y en el hemisferio norte, pero que no son necesariamente reales acá. Por citar una, que las pasturas y pastizales naturales son fuertemente fertilizados o se utilizan agroquímicos, cuando sabemos que acá la mayoría solo recibe agua de lluvia y nada más", indicó.


"Una de las cosas que tenemos que empezar a pensar es generar nuestros propios modelos de balance, no solo de emisión, y acá quiero hacer hincapié en esto, porque cuando hablamos de balance hablamos de ingresos y egresos, o emisión y captura, y gran parte del beneficio que tiene la ganadería pastoril es la capacidad de captura de GEI a través de los recursos forrajeros. Pero también hay que hacer una salvedad: para que los recursos forrajeros capturen y almacenen dióxido de carbono en las raíces, y hay varias toneladas por hectárea almacenadas, tienen que estar saludables. Si están degradados, sobre pastoreados, con suelo desnudo o enmalezados, la captura de carbono es muy baja o nula" apuntó el agrónomo.


"La discusión de la ganadería no pasa por lo ambiental, y de hecho, no lo es. La ganadería tiene mala prensa, y ojalá tuviéramos más herramientas e información local para demostrarlo y comunicarlo mejor. Tengo algunos compañeros que están en eso, y soy parte de esos trabajos. Si la ganadería es buena o mala, debemos plantearlo en términos nutricionales, si comemos carne o no, que es una decisión de cada persona respecto de su dieta. Y también podemos plantearlo en términos de bienestar y comportamiento respecto de los animales o si es ético comerlos. Pero insisto en que no es ambiental, ya no podemos decir que si no comemos carne, estamos salvando el planeta o preservando al medioambiente, está comprobado que no es así", enfatizó.


"En resumen, ¿la ganadería es responsable? Sí, pero mucho menos de lo que se informa, o mal informa. La gente que sale por los medios a atacar a la ganadería lo hace basándose en malinterpretar los informes de la FAO, respecto de los cuales los propios autores han salido un tiempo después a aclarar que la información generada no había sido correctamente analizada", agregó.


Como conclusión final de lo charlado, Paulo Recavarren considera que todos los integrantes de la cadena debemos reflexionar cómo podemos ser un poco más amigables con el ambiente. "Debemos serlo, y la mejor alternativa consiste en ser más eficientes tranqueras adentro. Si tengo diez vacas, debería lograr ocho o nueve terneros, en vez de seis o siete, y que mis animales ganen 250 kg por año en vez de 100kg . Esa va a ser la manera en que bajemos en hasta un 25% la intensidad de emisiones, es decir, la cantidad de dióxido de carbono liberado a la atmósfera por kilo de carne producido en sistemas cría. Ese es el desafío que tenemos por delante, y sigue siendo el mismo desde hace muchos años. Además, estos días hemos visto aunque sea a la fuerza, que hay comportamientos como sociedad que podemos incorporar para preservar el planeta saludable aún con la ganadería como actividad", finalizó. 



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Desde el punto de vista del sector productivo agropecuario, estas publicaciones nos la "dejaron picando en la puerta del área", sobre todo por la ganadería, actividad a la cual muchos sectores ambientalistas atribuyen responsabilidad por el calentamiento global debido a las emisiones de metano.


ZonaCampo ha tratado varias veces esta temática, mediante informes especiales (pueden verse ingresando en estos links: primer informe, segundo informe) y entrevistas, y siempre tratamos de hacerlo con seriedad, buscando ir más a fondo de lo que se publica en los medios del sector, que a veces oscila sin escalas entre el rigor científico y las fakenews. 


Por este motivo, entrevistamos al ingeniero agrónomo Paulo Recavarren, que integra un equipo de investigación sobre el tema junto a reconocidos técnicos de la EEA INTA Balcarce, a fin de tener una perspectiva más amplia, y a la vez, más precisa.


"En principio, uno podría considerar como cierta, y razonable además, la disminución de las emisiones cuando en casos como este, se para el mundo. Podemos encontrar antecedentes en crisis económicas, o crisis del petróleo. Creo que, desde que hay información satelital, es la primera que tiene que ver con una pandemia y la salud humana, no deja de ser novedoso", enmarcó Recavarren. "Hubiera estado bueno tener la información de que pasó con las emisiones o cuanto cayeron en Argentina cuando perdimos el 30% del stock ganadero allá por 2008-2009, ese fue un "experimento inesperado".


"Más allá de esto, creo que aprovechar la situación para decir que, frente a la disminución las vacas no tienen nada que ver con el problema, no tiene mucho asidero. Si podemos reconocer, y en algunos de los artículos que andan dando vuelta está, que las estimaciones que se hicieron entre 2006 y 2008 sobre la responsabilidad de la ganadería vacuna fueron sobredimensionadas, y en algunos casos no se interpretó el contexto. Por ejemplo, es distinto el impacto de la ganadería en las emisiones en Argentina, que en Japón donde hay proporcionalmente más industria, más transporte, más densidad de población, etc.", agregó. 


El tema que estamos tratando estuvo en boga hace algunos meses, cuando la activista ambiental Greta Thunberg apuntó sus misiles contra la producción extensiva Argentina, mediante comentarios que –luego de que los medios consultaran a especialistas, tal y como hicimos nosotros en su momento- resultan totalmente sacados de contextos y basados en información sesgada.


​El antes, durante y después de la cuarentena  en China. Las imágenes satelitales muestran cómo la concentración de GEI disminuyó drásticamente durante el cese de actividades humanas, para volver a dispararse cuando se habilitaron nuevamente.


En este sentido, Recavarren expresó que una de las cosas a cuestionar son los modelos que se utilizan para generar información. "Son fórmulas complejas, sistemas informáticos de simulación que a veces no tienen mucho que ver con las realidades de los sistemas productivos. Por ejemplo, el modelo de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) que se utiliza para realizar distintos estudios y que toda la bibliografía recoge, sobreestima a la ganadería pastoril como la que se realiza en Argentina y Uruguay, porque asume cuestiones en el sistema productivo que suceden en países desarrollados y en el hemisferio norte, pero que no son necesariamente reales acá. Por citar una, que las pasturas y pastizales naturales son fuertemente fertilizados o se utilizan agroquímicos, cuando sabemos que acá la mayoría solo recibe agua de lluvia y nada más", indicó.


"Una de las cosas que tenemos que empezar a pensar es generar nuestros propios modelos de balance, no solo de emisión, y acá quiero hacer hincapié en esto, porque cuando hablamos de balance hablamos de ingresos y egresos, o emisión y captura, y gran parte del beneficio que tiene la ganadería pastoril es la capacidad de captura de GEI a través de los recursos forrajeros. Pero también hay que hacer una salvedad: para que los recursos forrajeros capturen y almacenen dióxido de carbono en las raíces, y hay varias toneladas por hectárea almacenadas, tienen que estar saludables. Si están degradados, sobre pastoreados, con suelo desnudo o enmalezados, la captura de carbono es muy baja o nula" apuntó el agrónomo.


"La discusión de la ganadería no pasa por lo ambiental, y de hecho, no lo es. La ganadería tiene mala prensa, y ojalá tuviéramos más herramientas e información local para demostrarlo y comunicarlo mejor. Tengo algunos compañeros que están en eso, y soy parte de esos trabajos. Si la ganadería es buena o mala, debemos plantearlo en términos nutricionales, si comemos carne o no, que es una decisión de cada persona respecto de su dieta. Y también podemos plantearlo en términos de bienestar y comportamiento respecto de los animales o si es ético comerlos. Pero insisto en que no es ambiental, ya no podemos decir que si no comemos carne, estamos salvando el planeta o preservando al medioambiente, está comprobado que no es así", enfatizó.


"En resumen, ¿la ganadería es responsable? Sí, pero mucho menos de lo que se informa, o mal informa. La gente que sale por los medios a atacar a la ganadería lo hace basándose en malinterpretar los informes de la FAO, respecto de los cuales los propios autores han salido un tiempo después a aclarar que la información generada no había sido correctamente analizada", agregó.


Como conclusión final de lo charlado, Paulo Recavarren considera que todos los integrantes de la cadena debemos reflexionar cómo podemos ser un poco más amigables con el ambiente. "Debemos serlo, y la mejor alternativa consiste en ser más eficientes tranqueras adentro. Si tengo diez vacas, debería lograr ocho o nueve terneros, en vez de seis o siete, y que mis animales ganen 250 kg por año en vez de 100kg . Esa va a ser la manera en que bajemos en hasta un 25% la intensidad de emisiones, es decir, la cantidad de dióxido de carbono liberado a la atmósfera por kilo de carne producido en sistemas cría. Ese es el desafío que tenemos por delante, y sigue siendo el mismo desde hace muchos años. Además, estos días hemos visto aunque sea a la fuerza, que hay comportamientos como sociedad que podemos incorporar para preservar el planeta saludable aún con la ganadería como actividad", finalizó. 



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